Abigail y el Viaje Estelar



Era un día caluroso en la colorida ciudad de Medellín, Colombia. Abigail, una niña de 5 años con ojos brillantes y una sonrisa deslumbrante, estaba jugando en su patio lleno de flores. Se imaginaba exploradora de un mundo lejano mientras miraba las nubes que pasaban por el cielo.

Un día, mientras jugaba con su balón de colores, un destello brillante apareció frente a ella. "¿Qué fue eso?" se preguntó, con los ojos bien abiertos.

"¡Hola, Abigail!" - dijo una voz suave. Ella se dio vuelta y vio una pequeña estrella que estaba flotando cerca de ella.

"¿Eres una estrella?" - preguntó Abigail, asombrada.

"Así es, yo soy Luma, la estrella viajera. He venido a llevarte de aventura a un lugar especial en el espacio. ¿Te gustaría venir conmigo?" - dijo Luma.

Abigail sonrió, sus ojos chispeaban de emoción.

"¡Sí! ¡Quiero viajar por el espacio!" - exclamó mientras saltaba de alegría.

Luma brilló aún más y, de repente, una nave espacial hecha de luz y colores apareció frente a ellas.

"Subí, Abigail. Vamos a volar entre las estrellas y aprender sobre la bondad y la amistad en el universo."

Cuando Abigail subió a la nave, sintió el cálido abrazo del espacio. Comenzaron a zoomar entre los planetas. Vieron a varios planetas hermosos y un sol radiante.

"Un momento, Luma. ¿Qué aprendiste de ser una estrella?" - preguntó Abigail intrigada.

"Oh, querida Abigail. He aprendido que cada estrella brilla con su propia luz y que podemos ayudar a otros iluminando sus caminos. La bondad es una chispa que se esparce, y siempre que ayudamos a alguien, el universo se vuelve más brillante."

Abigail pensó en ello y sonrió, recordando a su mamá y papá, que siempre le decían que ayudar a los demás es importante.

De repente, vieron un pequeño planeta triste, oscurecido por las nubes grises.

"¿Qué le pasó a ese planeta?" - preguntó su curiosidad.

"Ese es el Planeta de la Amistad. Nadie ha sido amable con ellos, así que perdieron su luz."

"¡Debemos ayudar!" - dijo Abigail con determinación.

"Tienes razón. ¡Vamos!" - respondió Luma.

Así que, aterrizaron en el Planeta de la Amistad. Los habitantes del planeta, pequeños muñecos de luces apagadas, miraban a Abigail y Luma con tristeza.

"¿Por qué están tristes?" - preguntó Abigail.

"No sabemos cómo ser amigos. Ya no sabemos jugar ni reír como antes," - dijo uno de los muñecos, con la voz apagada.

Abigail sintió que su corazón se llenaba de empatía. Se acercó a los muñecos y dijo:

"¡Vengan, juguemos juntos! La amistad es como un juego donde todos somos importantes. ¡Juntémonos!"

Los muñecos se miraron entre sí, con una chispa de esperanza encendiendo sus corazones.

"¿Podemos intentarlo?" - preguntaron, un poco vacilantes.

"¡Claro! Todo es cuestión de intentarlo y siempre ayudar a los demás. Ven, vamos a construir algo divertido juntos."

Comenzaron a jugar, construyeron castillos en la arena brillante, contaron historias chistosas, y, poco a poco, la risa llenó el aire, disipando las nubes grises.

Los colores del planeta comenzaron a brillar de nuevo. Luma sonrió.

"¡Abigail, mirá! ¡Están regresando la luz!"

La pequeña Abigail saltó de alegría mientras los muñecos comenzaban a brillar. "¡Lo logramos!", exclamó.

Luego de un tiempo, Luma dijo:

"Abigail, es hora de que volvamos a casa. Has hecho un trabajo increíble mostrando la importancia de la amistad y la bondad."

- “¡El planeta está feliz! Me voy a acordar siempre de esto. Puedo ser una estrella también, iluminando a los demás con mi bondad.” - dijo Abigail mientras se despedía de sus nuevos amigos.

Finalmente, volaron de vuelta a Medellín, y cuando Abigail aterrizó en su patio, miró al cielo estrellado y sonrió. Sabía que siempre habría formas de brillar y ayudar a todos a su alrededor.

Desde ese día, Abigail siguió siendo un rayo de luz en su hogar, compartiendo sonrisas y buenas acciones, recordando siempre que cada pequeño acto de bondad puede cambiar el mundo. Y así, Luma siguió siendo su amiga en el cielo, recordándole a siempre ser una estrella en la vida de alguien más.

FIN.

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