Abrahamnys y sus amigos del campo



En un pequeño y colorido pueblo de Colombia, vivía una niña muy especial llamada Abrahamnys. Con su cabello rizado y siempre llena de energía, Abrahamnys tenía una misión: educar a todos sobre la importancia de querer y cuidar a los animales. Ella creía firmemente que los animales eran seres sintientes, capaces de sentir amor, alegría y, por supuesto, tristeza.

En su pequeño campo, Abrahamnys tenía dos vacas muy queridas: una se llamaba Lola, que siempre lucía un lazo rosa en su cabeza, y la otra, una mariposa blanca y negra, que se llamaba Titi. Abrahamnys pasaba horas con ellas, haciéndoles compañía, cantándoles canciones y abrazándolas con cariño.

"¡Hola, Lola! ¿Estás lista para la música de hoy?" - decía Abrahamnys mientras acariciaba el suave pelaje de la vaca.

"Muuu, ¡sí!" - replicaba Lola, moviendo su cola con entusiasmo.

"Y tú, Titi, ¡también querrás escuchar!" - continuaba, mientras la mariposa revoloteaba alegremente a su alrededor.

Un día, Abrahamnys decidió llevar a Lola y a Titi al centro del pueblo para compartir su mensaje con los demás niños. Ella sabía que muchos de ellos no creían que los animales sintieran emociones como ellos. Con el corazón lleno de emoción, se preparó para la gran aventura.

Al llegar al parque, vio muchos niños jugando, y se acercó a ellos con una gran sonrisa.

"¡Hola, chicos! ¿Les gustaría conocer a mis amigos? Ella es Lola, y esta es Titi. Juntas, queremos contarles algo muy importante sobre los animales."

Los niños se acercaron curiosos, pero algunos se reían entre ellos.

"¿Las vacas sienten? ¡Eso es imposible!" - gritó uno de los chicos, en tono burlón.

Abrahamnys, en lugar de decepcionarse, decidió transformar el momento en una oportunidad de aprendizaje.

"Claro que sí. ¡Vamos a hacer un juego! Les voy a contar cosas que las vacas pueden sentir, y ustedes me dicen si les ha pasado algo similar."

Con entusiasmo, comenzó.

"Lola, ¿cómo te sentirías si hoy no te cantara?"

"¡Muu! Triste, Abrahamnys..." - respondió Lola, moviendo la cabeza con melancolía.

"¿Ven? A las vacas también les gusta escuchar música. Y sí, se pueden sentir tristes."

Los niños comenzaron a escuchar con atención. Una niña, llamada Camila, con ojos curiosos, levantó la mano.

"¿Lola también se siente feliz?"

Abrahamnys sonrió.

"Sí, por supuesto.¿Lola, qué te hace feliz?"

"¡Los abrazos!" - exclamó Lola, mientras Abrahamnys le daba un fuerte abrazo.

"Y Titi, ¿qué la hace feliz?" - preguntó Abrahamnys. La mariposa hizo piruetas en el aire.

"¡El sol y las flores!" - respondió Titi.

Los niños comenzaron a ver a Lola y Titi con otros ojos. Uno a uno, se fueron acercando para acariciar a las vacas y la mariposa.

Pero después de un rato, un grupo de niños empezó a jugar a la pelota cerca de ellas. Sin querer, uno de ellos lanzó la pelota demasiado fuerte y golpeó a Lola en el costado. Confundida y asustada, la vaca se asustó y dio un salto.

"¡No! ¡La lastimaron!" - gritó Abrahamnys, alarmada. La situación se tornó seria y todos los niños se quedaron callados.

"Los animales también sienten dolor. Por eso debemos tener cuidado con ellos y ser amables. No quiero que nadie se lastime", explicó la niña con voz seria.

Abrahamnys le habló a sus nuevos amigos, mostrándoles cómo cuidarla y disculpándose por lo que había pasado.

"Si nosotros jugamos felices, debemos asegurarnos de que nuestros amigos animales también estén a salvo y felices. ¿Quieren prometerme eso?" - pidió Abrahamnys.

Los niños se miraron entre sí, y de a poco todos asintieron.

"Prometemos cuidarlos y ser amables con todos los animales."

Al final del día, Abrahamnys, Lola y Titi se despidieron de sus nuevos amigos, sabiendo que habían logrado algo especial.

A partir de entonces, los niños del pueblo se convirtieron en los mejores cuidadores de animales, recordando siempre que cada vez que abrazaban a un animal, estaban tocando el corazón de un amigo que también siente y ama.

Así, en el pequeño pueblo de Colombia, la voz de Abrahamnys resonó en cada rincón, enseñando que en el amor y el respeto hacia los animales está la verdadera alegría de vivir.

FIN.

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