Abuela aprende alemán



Patricia estaba emocionada. Después de años de esperar, finalmente iba a conocer a su nieto en Frankfurt.

Había pasado tanto tiempo desde que vio por última vez a su hija, quien se había mudado a Alemania para seguir una carrera como científica. Patricia llegó al aeropuerto y buscó ansiosamente el rostro de su hija entre la multitud de personas que salían del avión. Finalmente, la encontró y corrió hacia ella con los brazos abiertos.

"¡Mi querida hija! ¡Cuánto tiempo ha pasado!", exclamó Patricia mientras se abrazaban. "¡Mamá! Estoy tan feliz de verte", dijo su hija mientras la llevaba hacia las puertas del aeropuerto.

"Mira, aquí está tu nieto", dijo su hija señalando hacia un niño pequeño que sostenía un cartel con el nombre de Patricia escrito en él. Patricia se acercó al niño y le tendió la mano. "Hola, mi amor. Soy tu abuela".

El niño miró tímidamente a Patricia antes de sonreír tímidamente y decir: —"Hola" . Durante los días siguientes, Patricia pasó mucho tiempo con su nieto. Lo llevaba al parque para jugar y le cocinaba sus comidas favoritas.

A medida que pasaban los días, el vínculo entre ellos crecía más fuerte. Un día, mientras caminaban por el centro histórico de Frankfurt, Patricia notó algo extraño en el comportamiento del niño. "¿Qué te pasa cariño?", preguntó ella preocupada. —"Nada" , respondió él rápidamente antes de desviar la mirada.

"No tienes por qué tener miedo de decirme si algo te está molestando", dijo Patricia mientras lo abrazaba. El niño le contó que había estado teniendo problemas en la escuela y se sentía solo porque no hablaba alemán con fluidez.

Patricia lo escuchó atentamente antes de tomar su mano y decir: "No tienes que sentirte solo, mi amor. Siempre estaré aquí para ti". Esa noche, Patricia se acostó pensando en cómo podría ayudar a su nieto.

Decidió inscribirse en clases de alemán para poder comunicarse mejor con él y también buscó formas de involucrarse más en la comunidad local. Con el tiempo, las cosas comenzaron a mejorar para el niño.

Se hizo amigo de otros niños en la escuela y pudo hablar más fluidamente el idioma. Pero lo más importante es que sabía que tenía una abuela amorosa y comprensiva que siempre estaría allí para él.

Cuando llegó el momento de partir hacia casa, Patricia estaba triste por dejar Frankfurt pero feliz por los momentos inolvidables que había compartido con su nieto. "Mamá, gracias por todo lo que has hecho por nosotros", dijo su hija mientras se despedían.

"Mi querida hija, fue un placer pasar tiempo contigo y tu familia. Y recuerda siempre: nunca es tarde para aprender algo nuevo o hacer una diferencia en la vida de alguien", respondió Patricia mientras subía al avión con una sonrisa cálida en su rostro.

FIN.

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