Abuelos Estelares



Había una vez en una isla lejana, vivía una pareja de abuelos muy especiales llamados Don Ernesto y Doña Marta.

Ellos solían viajar en barcos y aviones para visitar a su hija que vivía en la ciudad junto a sus nietos gemelos, Martín y Pablo. Don Ernesto era un hombre alto y delgado con una larga barba blanca, mientras que Doña Marta era bajita y sonriente, siempre llevaba un delantal decorado con flores.

Juntos formaban el equipo perfecto, llenando de alegría a todos los que estaban a su alrededor. Un día, mientras paseaban por la playa de la isla, una estrella fugaz pasó brillando por el cielo.

Don Ernesto miró a Doña Marta con entusiasmo y dijo: "¡Mira querida! Esa estrella nos está enviando un mensaje". Y así fue como en ese preciso instante se convirtieron en dos hermosas estrellas en el firmamento.

Desde lo alto observaban a sus nietos Martín y Pablo crecer sanos y felices. Los gemelos eran traviesos e inquietos, les encantaba explorar cada rincón de la casa y jugar juntos todo el día. Sin embargo, también eran muy curiosos y a veces se metían en problemas.

Una noche oscura, cuando Martín y Pablo se escaparon al jardín para atrapar luciérnagas, se encontraron con un pequeño mapache perdido. Los gemelos decidieron ayudarlo a encontrar su camino de regreso al bosque pero se adentraron demasiado lejos sin darse cuenta.

"¡Oh no! ¿Dónde estamos?", exclamó Pablo asustado. "Tranquilo hermanito, encontraremos nuestro camino de vuelta", respondió valientemente Martín. Mientras tanto, desde el cielo las estrellas abuelas brillaban intensamente sobre ellos guiándolos sutilmente hacia el hogar seguro.

Finalmente lograron regresar justo a tiempo para el desayuno gracias al brillo reconfortante de las estrellas vigilantes que los acompañaban silenciosamente durante toda la travesía nocturna.

Los gemelos aprendieron esa noche que incluso cuando se sienten perdidos o temerosos nunca están solos; siempre hay alguien cuidándolos desde arriba. A partir de entonces siguieron siendo curiosos e intrépidos pero conscientes de que tenían dos guardianes especiales velando por ellos desde lo alto del cielo nocturno.

Y así continuaron las aventuras de Martín y Pablo junto a sus abuelitos convertidos en estrellas protectoras, recordándoles cada noche antes de dormir que el amor familiar es eterno e inquebrantable como las luces destellantes que brillan incansablemente sobre ellos hasta el amanecer.

FIN.

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