Ada y el arcoíris bajo la lluvia



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Ada. Ada era una niña alegre y curiosa, pero tenía un gran miedo: le tenía pánico a la lluvia.

Cada vez que veía las nubes oscurecerse y escuchaba los truenos retumbar en el cielo, se escondía bajo su cama temblando de miedo. Su mamá, preocupada por el miedo de Ada, decidió ayudarla a superarlo.

Un día, cuando empezaron a caer las primeras gotas de lluvia, su mamá entró corriendo al cuarto y dijo:- ¡Ada! ¡Ven afuera conmigo! La lluvia no es algo malo, es divertido y refrescante. Pero Ada se negaba rotundamente.

Le daba tanto miedo salir bajo la lluvia que prefería quedarse dentro de su casa mirando por la ventana cómo el mundo se llenaba de charcos. La mamá de Ada no se rindió fácilmente.

Comenzó a contarle historias sobre todas las cosas maravillosas que pasaban cuando llovía: cómo los colores del arcoíris aparecían después de la tormenta y cómo los animales salían a jugar en los charcos. Un día soleado pero amenazadoramente gris, mientras Ada jugaba con sus muñecas en su habitación, comenzaron a caer unas gotitas tímidas sobre el techo.

Su mamá entró apresurada al cuarto y exclamó:- ¡Ada! ¡Es ahora o nunca! Si sales hoy podrás descubrir lo hermoso que es saltar en los charcos y sentir la lluvia en tu piel.

Ada miró a su mamá con miedo, pero algo dentro de ella le decía que era momento de enfrentar su miedo. Con una mezcla de valentía y emoción, decidió tomar la mano de su mamá y salir al jardín.

Las gotas caían lentamente sobre sus cabezas mientras caminaban hacia el parque cercano. Ada observaba cómo las flores se llenaban de agua y los pájaros cantaban felices bajo la lluvia. Poco a poco, empezó a sentirse más tranquila.

Cuando llegaron al parque, Ada vio un charco enorme frente a ella.

Su mamá sonrió y dijo:- ¿Ves ese charco? ¡Puedes saltar en él si quieres! Ada dudó por un momento, pero luego cerró los ojos, respiró profundo y dio un salto gigante directo al charco. El agua salpicó por todas partes y Ada soltó una risa contagiosa. - ¡Mamá! ¡Es tan divertido! -exclamó Ada mientras saltaba de charco en charco sin parar.

Su mamá se acercó a ella con una sonrisa llena de orgullo y dijo:- Ves, mi amor, no hay nada que temer cuando puedes encontrar tanta diversión en algo tan simple como la lluvia. Desde ese día, Ada perdió el miedo a la lluvia.

Cada vez que veía las nubes oscurecerse en el cielo, sabía que sería un día lleno de aventuras bajo la lluvia. Y así fue como Ada descubrió que superar sus miedos podía abrirle puertas a un mundo lleno de diversión y aprendizaje.

Y colorín colorado, este cuento ha terminado.

FIN.

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