Adara y su Pony viajero
Adara era una niña alegre y curiosa que tenía una gran pasión: los ponis. En su habitación, se alzaba una espléndida colección de ponis de todos los tamaños y colores. Algunos eran grandes y otros pequeños, todos expresaban su amor por estos hermosos animales. Pero había uno que era muy especial, se llamaba Estrella, un pony de pelaje blanco con un lustroso moño rosa.
Adara no podía imaginar su vida sin Estrella, así que una mañana, mientras preparaban la maleta para ir a la playa, su mamá la observó empaquetando al pony.
"Adara, cariño, ¿realmente creés que debés llevar a Estrella a la playa?" - preguntó su mamá con una sonrisa.
"¡Por supuesto, mamá! Estrella es mi mejor amiga, ¡no puedo dejarla!" - respondió Adara emocionada.
Así que, después de mucha discusión, decidieron llevar a Estrella. Al llegar a la playa, el viento soplaba fuerte y las olas danzaban en el mar. Adara corrió a la arena y comenzó a construir castillos, con Estrella a su lado. Mientras jugaba, no se dio cuenta de que el agua estaba subiendo y que su mochila, que estaba en la orilla, se había volado.
"¡Oh no!" - gritó Adara cuando vio que su mochila se arrastraba hacia el mar.
"¡Rápido, Estrella!" - dijo Adara, y corrió tras ella. Justo cuando Adara iba a enfrentarse con las olas, un grupo de chicos mayores apareció riéndose.
"Mirá a la chica que se cree que su muñequito puede correr más rápido que el agua…" - uno de ellos comentó burlándose.
Adara sintió que su corazón se encogía, pero no se dio por vencida. Con determinación gritó:
"¡Estrella puede hacerlo!" - Y por un momento se olvidó de las risas y se abocó a recuperar su mochila. El agua parecía querer llevársela, pero mientras estiraba su mano, un gran rayo de sol iluminó el horizonte.
De pronto, Estrella comenzó a brillar y Adara lo notó. El pony, con su mágico espíritu, saltó con gracia y, como si tuviese vida, corrió hacia la orilla, empujando un pequeño bote.
"Estrella, ¡vamos! ¡Ayúdame!" - gritó.
Estrella, con un salto rápido y ágil, llevó a Adara a la orilla. Sin darse cuenta, había juntado a todos los chicos que se burlaban, y ahora estaban mirando atentos, asombrados por la valentía de Adara.
Una vez en la arena, Adara recuperó su mochila y sonrió.
"¡Lo logramos, Estrella! ¡Gracias!" - exclamó abrazando a su pony.
"¡Eres increíble!" - dijeron los chicos, más sorprendidos que nunca.
"¡Está claro! Estrella y yo somos un gran equipo" - dijo Adara, con una sonrisa orgullosa. Así, la pequeña se dio cuenta de que, aunque los demás se burlaran de ella, su amor por Estrella y su valentía para defenderlo eran mucho más importantes.
Desde ese día, Adara, su pony y los chicos se volvieron amigos. Jugaron juntos hasta que el sol se ocultó en el horizonte, y la playa se llenó de risas.
Cuando regresaron a casa, Adara estaba muy feliz. Había descubierto que el valor y la amistad son mucho más grandes que cualquier burla.
FIN.