Adas y las casas del más allá



Había una vez un niño curioso llamado León que vivía en un pequeño pueblo al borde de un bosque mágico. Un día, mientras exploraba, se encontró con un pequeño ser brillante que parecía una mezcla de luz y color. Era Adas, el guardián de las casas del más allá.

"Hola, León, estoy aquí para mostrarte algo increíble", dijo Adas con una voz suave y melodiosa.

León, sorprendido, preguntó:

"¿Las casas del más allá? ¿Qué son?"

"Son lugares donde todos los sueños y esperanzas de las personas se hacen realidad. Ven, te mostraré", dijo Adas.

Adas tomó la mano de León y, en un instante, se encontraron en un mundo lleno de casas de colores.

"Cada casa aquí representa un deseo o un sueño. Por ejemplo, mira esa casa azul brillante. Es la casa de los sueños de volar", explicó Adas.

León miró la casa y, al instante, vio a niños con alas de mariposa volando felices en el aire.

"¡Es hermoso! ¿Puedo volar alguna vez también?", preguntó León ansiosamente.

"Claro que sí, León. Si crees en tus sueños, ¡puedes lograrlo! Ahora, vamos a la siguiente casa", respondió Adas.

Siguieron caminando y se detuvieron frente a una casa de color verde.

"Esta casa pertenece a los amantes de la naturaleza. Aquí, plantan semillas y ven crecer árboles gigantes", dijo Adas.

León miró dentro y vio a personas cuidando plantas, riendo y disfrutando del aire fresco.

"¿Puedo aprender a cuidar de las plantas?", preguntó León con esperanza.

"¡Por supuesto! Todo lo que necesitas es pasión y dedicación", respondió Adas.

Mientras exploraban, llegaron a una casa amarilla radiante.

"¿Qué hay en esta casa?", preguntó León emocionado.

"Es la casa de la creatividad. Aquí las personas pintan, cantan y bailan libremente, sin límites", afirmó Adas.

León sintió un forte cosquilleo en el estómago y, lleno de energía, comentó:

"¡Quiero ser parte de eso, quiero crear!"

"Y puedes, León. Aquí, todos pueden expresarse y ser quienes realmente son", animó Adas.

León estaba tan emocionado por lo que había visto que no podía dejar de sonreír. Pero en ese momento, notó una casa gris en el fondo.

"¿Y esa casa? Se ve un poco triste", preguntó.

"Bueno, esa casa representa los sueños que no se cumplieron y las esperanzas perdidas. Pero su dueño todavía está buscando una forma de realizarlos", explicó Adas.

"¿Puedo ayudarlo?", inquirió León, conmovido.

"Claro, León. A veces, todo lo que se necesita es un poco de amistad y apoyo. Vamos a hablar con esa persona", respondió Adas.

Se acercaron a la casa gris y tocaron la puerta. Una anciana abrió y miró a León con ojos tristes.

"Hola, señora. Soy León, y estoy aquí con Adas. ¿Puedo ayudarla?", preguntó el niño.

"Oh, gracias, querido. He estado intentado pintar, pero siento que no tengo talento", susurró la anciana.

León sonrió y le dijo:

"¡Pero eso no importa! Lo importante es disfrutarlo. Venga, ¡pinte con nosotros!"

Adas sonrió al ver la energía positiva que emanaba León.

La anciana aceptó y comenzaron a pintar juntos.

"¿Ves? No necesitamos ser perfectos, solo divertirnos", dijo León mientras su pincel baile sobre el lienzo.

Poco a poco, la casa gris comenzó a llenarse de colores, y los ojos de la anciana brillaban con cada pincelada.

Al final de la tarde, la casa se veía llena de vida.

"Gracias, León. Nunca hubiera hecho esto sin tu ayuda", dijo la anciana con lágrimas de alegría.

"Y gracias, Adas. Me enseñaste que todos los sueños son valiosos, incluso los que parecen olvidados", agregó León.

Adas sonrió ampliamente.

"Exactamente, León. Nunca subestimes el poder de la amistad y la creatividad. Ahora, ¡es hora de volver a casa! Pero recuerda, siempre puedes soñar y seguir creando en tu realidad", dijo Adas.

León regresó a su hogar con una nueva perspectiva. Aprendió que todos, independientemente de la edad, pueden perseguir sus sueños y que, a veces, solo se necesita una mano amiga para traer de regreso los colores perdidos.

Y así, León cada día compartía su alegría con su pueblo, ayudando a otros a descubrir sus propias casas de sueños. Adas, por su parte, siguió viajando por el mundo, iluminando los corazones como un faro de esperanza y amistad.

FIN.

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