Agus y el Misterio de la Comida Mágica



Había una vez una nena llamada Agus, que vivía en un lindo barrio lleno de árboles y risas. Agus era muy curiosa y le encantaba jugar al aire libre, pero había algo que no le gustaba nada en absoluto: la comida que su mamá preparaba. Cada vez que su mamá ponía la comida en la mesa, Agus ponía cara de desagrado y decía:

"¡No quiero comer eso!"

Su mamá, la señora Clara, era una cocinera maravillosa. Ella preparaba desde pastas hasta sopas, todo con mucho amor. Pero Agus, con su estómago pequeño y su perejil en la cabeza, prefería los sándwiches de jamón y queso y las galletitas. No entendía por qué su mamá insistía en que probara más cosas.

"¿Por qué no comes un poquito, Agus?" - decía Clara, sonriendo.

"Porque no me gusta, mami. No me gusta nada esos colores extraños" - respondía Agus, cruzándose de brazos y haciendo un puchero.

Un día, mientras Agus jugaba en el parque, conoció a un niño nuevo. Se llamaba Timo y tenía una gran sonrisa.

"Hola, Agus. ¿Te gusta la comida que preparan en casa?" - le preguntó Timo.

Agus frunció el ceño.

"No, no me gusta. A mí me gusta la comida que se puede comer en la calle, como los helados y las pizzas".

Timo la miró con ojos curiosos.

"¡Pero la comida de casa puede ser mágica! Tu mamá puede hacer que los colores y los sabores se junten para crear maravillas".

A Agus le brillaron los ojos.

"¿Mágica? ¿Cómo puede ser mágica la comida?" - preguntó intrigada.

"Si pruebas un plato nuevo, podrías descubrir un sabor que te encante. A veces hay que aventurarse a probar cosas nuevas" - dijo Timo, mientras se llenaba la boca con un sándwich de un extraño ingrediente verde.

Agus se sintió un poco atrevida. Entonces, esa noche, decidió hablar con su mamá.

"Mami, Timo me dijo que la comida puede ser mágica. Quiero probar algo diferente" - dijo Agus con una sonrisa.

"¡Claro, Agus! Me encantaría que probemos juntos algo nuevo. ¿Te gustaría elegir un ingrediente especial para nuestra cena?" - respondió Clara, iluminándose.

Agus estuvo pensando y, recordando a Timo, se le ocurrió una idea.

"Mami, ¿qué tal si hacemos algo con espinacas?"

"¡Excelente idea! Las espinacas son muy saludables. Podemos hacer una torta de espinacas, que es deliciosa" - concluyó su mamá.

En la cocina, trabajaron juntas. Clara mezclaba la masa y Agus probaba los ingredientes.

"Mirá, Agus, ¡las espinacas se ven tan verdes y felices! Y cuando las cocinamos, verás cómo cambian de color".

"¡Eso es mágico!" - decía Agus con los ojos muy abiertos.

Cuando la torta estuvo lista, la familia se sentó a la mesa.

"¿Estás lista para probarla, Agus?" - le preguntó Clara.

Con un poco de nervios, Agus tomó un bocado y, para su sorpresa, ¡era deliciosa!"¡Mami, esto está buenísimo! ¡Nunca pensé que combinar espinaca y queso podría gustarme tanto!"

Clara sonrió con orgullo y alegría.

"Ves, Agus, a veces solo hay que probar para descubrir cosas inesperadas".

Desde ese día, Agus se volvió más abierta a probar cosas nuevas en la cocina. Aprendió que los colores extraños podían esconder sabores sorprendentes y que la comida cocinada con amor es la mejor. Timo, el niño del parque, se convirtió en su gran amigo y a menudo se juntaban a compartir recetas.

Así, Agus descubrió que la comida podía ser mágica, y no solo porque era rica, sino porque cada ingrediente tenía su propia historia. Al final, sus comidas familiares se convirtieron en momentos de risas y aventuras. Y nunca olvidó la lección de aquel día: ¡no hay que tener miedo de probar cosas nuevas!

FIN.

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