Agustín y su paz interior



Había una vez un niño llamado Agustín, que siempre estaba enojado. Desde que se levantaba por la mañana hasta que se acostaba por la noche, todo le molestaba y lo hacía enfadar.

Cuando su mamá le preguntaba qué le pasaba, él solo respondía con un gruñido y un gesto de fastidio. Un día, su papá decidió hablar con él para entender por qué estaba tan enojado todo el tiempo.

Agustín no quería hablar al principio, pero después de mucho insistir, finalmente abrió su corazón. "-Papá, me siento frustrado porque las cosas nunca salen como yo quiero. Me molesta cuando mis amigos me ganan en los juegos o cuando mi hermanito toca mis juguetes sin pedir permiso.

"Su papá escuchó atentamente y luego le dijo:"-Agustín, es normal sentirse frustrado a veces. Pero tienes que aprender a controlar tu enojo para no lastimar a los demás ni a ti mismo.

¿Te gustaría que te enseñe algunas técnicas para calmarte?"Agustín asintió con la cabeza y su papá comenzó a enseñarle algunos ejercicios de respiración y meditación para ayudarlo a relajarse cuando se sentía muy estresado o furioso.

Al principio fue difícil para Agustín seguir los consejos de su papá y muchas veces aún se enojaba demasiado rápido. Pero poco a poco fue mejorando gracias a la paciencia y el amor de sus padres.

Un día, mientras jugaban juntos en el parque, uno de sus amigos accidentalmente golpeó uno de sus juguetes favoritos con una pelota.

Agustín sintió que la ira comenzaba a subir dentro de él, pero recordó las técnicas que su papá le había enseñado y decidió tomar una respiración profunda antes de responder. "-No te preocupes amigo, fue solo un accidente. A veces también me pasa lo mismo", dijo Agustín con una sonrisa. Sus amigos se sorprendieron al verlo tan tranquilo y amable en lugar de enfadarse como solía hacerlo antes.

Pero para Agustín, era una gran victoria personal haber sido capaz de controlar sus emociones y no dejarse llevar por el enojo. Desde ese día en adelante, Agustín se convirtió en un niño mucho más feliz y relajado.

Ya no se molestaba por las cosas pequeñas y aprendió a disfrutar del momento sin dejar que los problemas lo consumieran.

Y todo gracias a la paciencia y el amor de sus padres que nunca perdieron la esperanza de ayudarlo a superar su rabia interior.

FIN.

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