Agustina aprende a compartir



Había una vez una gata llamada Agustina que vivía en un pequeño pueblo rodeado de campos y árboles. Agustina era una gata muy especial, tenía el pelaje más suave y brillante que cualquier otro gato del lugar.

Además, tenía unos ojos grandes y verdes que encantaban a cualquiera que los mirara. Un día, Agustina se dio cuenta de que todos los otros gatos del pueblo estaban enamorados de ella.

Les gustaba pasar tiempo con ella y hacerle regalos como ratones y pájaros muertos. Pero lo que más le gustaba a Agustina era escucharlos decir cuánto la adoraban. "Agustina, eres la gata más hermosa del mundo", decían algunos.

"Agustina, no puedo dejar de pensar en ti", decían otros. Pero pronto, esto se convirtió en algo obsesivo para Agustina. Ella quería ser la única gata en el pueblo y no soportaba compartir la atención de los demás felinos con ninguna otra compañera.

Un día, llegó al pueblo una nueva gatita llamada Encanto. Era una gata muy dulce y amigable con todos los demás animales del lugar. Pero cuando Encanto intentó acercarse a Agustina para hacerse amiga de ella, esta última reaccionó mal.

"¡Fuera! No quiero verte cerca mío ni un segundo más", dijo Agustina con rabia. Encanto se sintió triste por esta respuesta tan ruda e inesperada.

No entendía por qué Agustina estaba siendo tan antipática con ella si nunca le había hecho nada malo. Los días pasaron y Agustina seguía obsesionada con ser la única gata en el pueblo.

Pero poco a poco, se fue dando cuenta de que su comportamiento estaba alejando a todos los demás animales del lugar. Ya no la buscaban para jugar ni le traían regalos como antes. Entonces, Agustina decidió cambiar su actitud y pedir disculpas a Encanto por haberla tratado mal.

La nueva gatita aceptó las disculpas y juntas empezaron a jugar y compartir momentos divertidos. Con el tiempo, Agustina aprendió que ser diferente y especial no significa tener que excluir a los demás.

Aprendió que la amistad y el amor son más importantes que cualquier otra cosa en la vida. Desde entonces, Agustina se convirtió en una gata mucho más feliz y querida por todos los habitantes del pueblo. Y Encanto se convirtió en su mejor amiga para siempre.

FIN.

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