Aiko y el lente del amor


Aiko era una niña curiosa y llena de energía. Siempre estaba buscando nuevas aventuras y cosas emocionantes para hacer. Pero lo que más le gustaba era pasar tiempo con sus abuelos, quienes eran japoneses.

Aunque vivían lejos, Aiko siempre esperaba con ansias las visitas de sus abuelos. Cuando finalmente llegaban, la casa se llenaba de risas y alegría. Los abuelos solían contarle historias fascinantes sobre Japón y enseñarle palabras en japonés.

Un día, mientras miraban un álbum de fotos juntos, Aiko se dio cuenta de algo interesante. En cada foto, sus abuelos estaban sosteniendo cámaras antiguas muy especiales. "-Abuela, ¿por qué siempre llevan esas cámaras tan bonitas cuando viajan?" preguntó Aiko curiosamente.

Su abuela sonrió y respondió: "-Estas cámaras son nuestras compañeras de viaje desde hace muchos años. Nos encanta capturar los bellos paisajes que encontramos en nuestros viajes".

Aiko quedó impresionada por las hermosas fotografías que sus abuelos habían tomado a lo largo de los años. Se dio cuenta de que su deseo más grande era poder tomar fotos igual de maravillosas algún día. "-Abuelo, ¿me enseñarías a tomar fotos como tú?" preguntó Aiko emocionada.

Su abuelo asintió con una sonrisa y dijo: "-¡Por supuesto! Será divertido enseñarte todo lo que sé sobre la fotografía". Desde ese día, Aiko comenzó a aprender todo sobre el arte de tomar fotografías.

Su abuelo le enseñó cómo sostener la cámara correctamente, cómo enfocar y encuadrar una imagen, y cómo capturar momentos especiales. Aiko practicaba todos los días en el jardín de su casa. Tomaba fotos de las flores, los pájaros y hasta de su perro jugando.

A medida que iba mejorando, sus abuelos la animaban y le daban consejos para seguir creciendo como fotógrafa. Un día, sus abuelos decidieron llevar a Aiko a un viaje especial a Japón.

Estaban emocionados por mostrarle su país natal y permitirle tomar fotografías de lugares hermosos y únicos. Cuando llegaron a Japón, Aiko no podía contener su emoción. Los tres recorrieron templos antiguos, parques llenos de cerezos en flor y ciudades vibrantes. Aiko tomó fotos increíbles en cada lugar que visitaban.

Una noche, mientras miraban juntos las fotos del día, Aiko se dio cuenta de algo sorprendente. Sus fotos eran tan hermosas como las que habían tomado sus abuelos durante años.

"-Abuela, abuelo", dijo emocionada "-¡Mis fotos son tan bonitas como las suyas!"Sus abuelos sonrieron orgullosamente y dijeron: "-Eso es porque tienes un ojo para la belleza al igual que nosotros. Eres una verdadera fotógrafa".

A partir de ese momento, Aiko sabía que sería una fotógrafa profesional cuando creciera. Quería compartir con el mundo la belleza que veían sus ojos a través del lente de su cámara. Los abuelos de Aiko se sintieron felices y orgullosos al ver cómo su nieta había encontrado su pasión.

Sabían que ella seguiría capturando momentos especiales y compartiendo la belleza del mundo a través de sus fotografías. Y así, Aiko siguió viajando con sus abuelos, aprendiendo y tomando fotos increíbles.

Pero lo más importante era el amor y el vínculo especial que compartían como familia.

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