Ailin, la futbolista valiente



Ailin era una niña muy activa. Desde pequeña le gustaba jugar al aire libre, correr y saltar. Pero lo que más disfrutaba era jugar al fútbol con sus amigos del barrio.

Un día, mientras jugaban en la plaza, Ailin se dio cuenta de que quería mejorar su técnica y convertirse en una gran futbolista. Así que decidió unirse a un equipo de fútbol femenino. "Mamá, ¿puedo unirme a un equipo de fútbol?"- preguntó Ailin emocionada.

"¡Claro mi amor! Me parece una excelente idea" -respondió su mamá Milagros con una sonrisa en el rostro.

A partir de ese momento, Ailin comenzó a entrenar duro todos los días para mejorar su técnica y habilidades en el campo de juego. Y poco a poco fue convirtiéndose en una gran futbolista. Pero no todo era fácil para Ailin.

Muchas veces tenía que luchar contra las críticas y burlas de algunos niños del barrio que decían que el fútbol no era cosa de chicas. Pero ella no se dejaba intimidar por eso y seguía adelante con su sueño.

"No les hagas caso Ailin, tú eres increíble jugando al fútbol" -le decía siempre su mejor amiga Agustina cuando alguien la molestaba por ser chica y jugar "como varón". Después del entrenamiento, Ailin volvía a casa cansada pero feliz por haber dado lo mejor de sí misma en cada partido o entrenamiento.

Sin embargo, había algo que le preocupaba: la comida del comedor escolar. "Mamá, hoy otra vez me dieron una comida que no me gusta en el comedor" -le contaba Ailin a su mamá mientras tomaban la merienda juntas.

Milagros escuchaba atentamente y comprendía las preocupaciones de su hija. Así que decidió hablar con los encargados del comedor para hacerles saber la situación y buscar una solución. "Hola, buenos días. Soy Milagros, la madre de Ailin.

Quería hablar con ustedes sobre la comida del comedor escolar"- les dijo Milagros a los encargados del comedor. Después de una charla amable y respetuosa, llegaron a un acuerdo: Ailin podría llevar su propia comida al colegio todos los días si así lo deseaba.

A partir de ese momento, Ailin se sintió más tranquila y feliz sabiendo que podía comer algo que le gustara en el colegio. Y eso se reflejó también en su desempeño como futbolista: cada vez jugaba mejor y con más confianza en sí misma.

Finalmente llegó el día del gran partido contra otro equipo femenino de fútbol. Ailin estaba muy nerviosa pero emocionada al mismo tiempo.

Sabía que tenía todo el apoyo de su familia y amigos para dar lo mejor de sí misma en el campo de juego. El partido fue muy reñido pero gracias al esfuerzo y trabajo en equipo, el equipo de Ailin logró ganar por 2-1.

Fue un momento inolvidable para ella y sus compañeras: habían demostrado que las chicas también pueden jugar fútbol muy bien. "¡Sí se puede, sí se puede!" -gritaba Ailin junto a sus amigas mientras celebraban la victoria.

Y así, Ailin aprendió que con esfuerzo, perseverancia y apoyo de los demás, cualquier sueño puede convertirse en realidad.

FIN.

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