Aitana y el Misterio de la Araña Amiga



Había una vez en un pequeño barrio de Buenos Aires, una niña de 8 años llamada Aitana. Soñaba con ser veterinaria, ya que siempre había amado a los animales, especialmente a los gatos. Aitana pasaba su tiempo libre dibujando, pintando y cantando, siempre rodeada de su familia, que era lo más importante para ella. Además, le encantaba visitar las heladerías del barrio y disfrutar de un rico helado, especialmente porque podía compartir esos momentos con su mamá, su papá y su hermano menor, Mateo.

Un día, mientras Aitana estaba en su habitación, dibujando un hermoso gato que había visto en la calle, escuchó a un pequeño gato maullando afuera de su ventana.

"¡Oh, qué lindo!" - dijo Aitana, corriendo hacia la ventana. "¡Voy a ayudarlo!"

Aitana salió al patio y encontró al pequeño gato atascado en el arbusto de flores que su mamá había plantado hace mucho tiempo. Sin pensarlo, Aitana decidió actuar, pero de repente, al mirar hacia abajo, vio una gran araña que estaba tejando su telaraña en una esquina del jardín.

"¡Ay, no!" - exclamó con un grito, retrocediendo un poco. "¡Yo no quiero estar cerca de esa araña!"

Sin embargo, Aitana sabía que debía ayudar al gato. Con un poco de esfuerzo, empujó la rama que tenía atrapado al gato y poco a poco logró liberarlo. El minino salió corriendo, pero cuando miró para atrás, su pelaje brillante brilló como el sol.

"¡Gracias!" - pareció decir el gato, mientras saltaba por el jardín.

Con esa alegría en su corazón, Aitana decidió que era hora de entrar y compartir su experiencia con su familia. Una vez dentro, fue a buscar a su mamá.

"Mamá, ¿puedo ir a la heladería ahora? ¡Liberé a un gato del arbusto!" - le dijo emocionada. "Quizás podamos compartir un helado en familia para celebrarlo."

Su mamá sonrió y le respondió, "Claro que sí, Aitana. Pero, ¿no te asustó la araña?"

"Un poco, pero por el gato lo haría de nuevo," - admitió Aitana, sorprendida de sí misma.

Llegaron a la heladería y Aitana eligió su helado favorito: un delicioso helado de frutilla con chispas de chocolate. Mientras comían, su papá le hizo una pregunta:

"Aitana, ¿qué te gustaría hacer cuando seas grande?"

"Quiero ser veterinaria, papá. Quiero ayudar a todos los animales, incluidos los gatos, como el que salvé hoy," - respondió alegremente.

Mateo, que estaba escuchando atentamente, dijo, "Pero, ¿cómo vas a ayudar a los animales si le tienes miedo a las arañas?"

Aitana se sintió un poco avergonzada, pero recordó que había manejado su miedo para ayudar al gato. Así que, con valentía, dijo, "Tengo que aprender a ser valiente en todas las situaciones, incluso con las arañas. Para ser veterinaria, debo animarme a enfrentar mis miedos."

Con un guiño, su mamá agregó, "Y siempre puedes compartir tus miedos con nosotros. Lo importante es que no dejes de ser tú misma. Los helados son perfectos para eso."

Aitana sonrió y se sintió agradecida por tener una familia que aplaudía sus sueños y le ayudaba a ser más fuerte. De pronto, le salió una idea brillante. Por qué no dibujar a la araña en su cuaderno, hacerla ver linda y simpática, en lugar de aterradora.

Al regresar a casa, Aitana se sentó en su habitación y comenzó a hacer un dibujo de la araña, con una sonrisa grande y ojos amables. Mientras lo hacía, se dio cuenta de que las arañas también eran parte de la naturaleza y tenía que aprender a quererlas como a los gatos y a otros animales.

El día siguiente, Aitana decidió visitar a su mejor amiga, Clara, para compartir su nuevo dibujo.

"Mirá, Clara, dibujé a una araña simpática. ¡Es parte de un reto que me hice!" - le dijo emocionada.

Clara se quedó sorprendida. "¡Está buenísimo, Aitana! Mira, yo también tengo miedo a las arañas, ¡pero si las dibujamos, pueden verse menos aterradoras!"

Ambas niñas comenzaron a hacer una colección de dibujos de arañas y otros insectos, y se prometieron que juntas se enfrentarían a sus miedos. Aitana se sintió más valiente esa tarde mientras contemplaba todo lo que había logrado.

Con el tiempo y mucha práctica, Aitana se volvió una experta en dibujar y pintar arañas. Era una artista talentosa que compartía su arte y su amor por los animales con su familia y amigos, siempre recordando que la valentía puede nacer de los momentos más inesperados.

"Quiero que todos sepan que hasta las arañas pueden ser nuestras amigas," - decía Aitana con una gran sonrisa.

Finalmente, Aitana siguió adelante con su sueño de ser veterinaria. Cada vez que llegaba a la heladería, siempre encontraba la manera de incluir a sus amigos y a sus nuevos amorcitos: las arañas y los gatos. Y así, Aitana no solo aprendió a amar a los animales, sino que también descubrió que enfrentar sus miedos podía traer nuevas y emocionantes aventuras.

Desde ese día, a Aitana le encanta jugar en el jardín, ¡sin importar si hay una araña o no! Su vida estaba llena de arte, música y, por supuesto, muchos, tantos gatos como ella quisiera.

¡Y siempre, siempre, un buen helado en compañía de su familia!

Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.

FIN.

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