Alai y el Viaje a las Estrellas



En un mundo lleno de colores vibrantes y criaturas fantásticas, vivía una niña llamada Alai. Su ciudad se llamaba Brillán, un lugar donde la imaginación no tenía límites y cada noche, al mirar al cielo, Alai se perdía en el brillo de las estrellas.

Una noche, mientras contemplaba las estrellas, decidió que quería conocerlas. Soñaba con danzar entre ellas y preguntarles sus secretos. Entonces, se acercó a su fiel amigo, un pequeño dragón llamado Mimí, quien la miraba con sus grandes ojos llenos de admiración.

"Mimí, quiero ir a las estrellas. ¿Cómo lo hacemos?" - preguntó Alai con entusiasmo.

"Podríamos construir un cohete, ¡eso sería genial!" - respondió Mimí, agitando sus alas de colores.

Juntos comenzaron a recolectar materiales en su mágico mundo. Usaron hojas doradas, ramas de los árboles amarillos y un poco de magia del río de cristal. Después de horas de trabajo y risas, su cohete estuvo listo.

Esa noche, justo cuando la luna estaba más brillante, Alai y Mimí se subieron al cohete. Alai apretó un botón que habían dibujado con su pintura mágica y, de repente, el cohete comenzó a vibrar y alzar el vuelo.

Cuando llegaron al espacio, todo era aún más asombroso de lo que habían imaginado. Las estrellas danzaban a su alrededor y algunas incluso parecían hablar.

"¡Hola, Alai!" - dijeron varias estrellas al unísono. "¿Qué es lo que deseás saber?"

Alai no podía creerlo. Había llegado a las estrellas y, por fin, podría descubrir sus secretos.

"Quiero saber cómo brilla una estrella" - dijo con curiosidad.

"Nosotros brillamos porque tenemos dentro de nosotros mismos el poder de la luz y los sueños. La clave está en nunca dejar de soñar" - explicó una estrella de color purpura.

Alai quedó fascinada. Entonces, decidió preguntar sobre sus sueños para el futuro.

"¿Y cómo puedo hacer que mis sueños se hagan realidad?" - preguntó Alai, con los ojos llenos de ganas de aprender.

"Sólo debes creer en vos misma, ser valiente y seguir adelante, aunque parezca difícil. Recuerda que todos los grandes sueños empiezan siendo pequeños" - respondió otra estrella, esta vez de un azul brillante.

Sin embargo, en ese momento, una nube oscura apareció y comenzó a cubrir a las estrellas.

"¡Ayuda!" - gritó una estrella pequeña. "La nube trae tristeza, y si nos cubre, ya no podremos brillar!"

Alai se asustó. Sabía que tenían que actuar rápido. Entonces le dijo a Mimí:

"¡Debemos ayudar!"

Mimí asintió y juntos volaron hacia la nube. Alai recordó lo que las estrellas le habían enseñado. Con su corazón lleno de coraje y su risa a flor de piel, comenzó a cantar una melodía alegre.

"Brillamos, brillamos, hasta el cielo vamos, no hay tristeza que nos detenga, juntos siempre estaremos!"

Mimí, al escucharla, se unió a la canción con su voz melodiosa. Poco a poco, la melodía se fue expandiendo, y pronto todas las estrellas se unieron al canto. Y así, la risa y la alegría hicieron que la nube oscura comenzara a desvanecerse.

Alai, Mimí y las estrellas bailaron en el aire, llenando el espacio con luz y colores. Finalmente, la nube se dispersó, y las estrellas pudieron brillar con más fuerza que nunca.

"Gracias, Alai! Nunca olvidaremos lo que has hecho por nosotros" - dijo una de las estrellas brillantes.

Alai sonrió, sintiendo en su pecho una gran felicidad. Sabía que solo habían aprendido no solo a brillar, sino también a ser parte de una comunidad que se apoya mutuamente.

Después de divertirse un rato más, Alai y Mimí decidieron que era hora de regresar a casa. Subieron nuevamente a su cohete, llevando consigo el conocimiento y las risas de las estrellas.

Al llegar a Brillán, Aldai nunca volvió a mirar las estrellas de la misma manera. Sabía que eran más que solo luces en el cielo, eran sus amigos, sus guías y siempre la recordarían que, con valor y un poco de amistad, todo es posible.

Cada noche, cuando miraba al cielo, sonreía al saber que tenía un pedacito de las estrellas en su corazón, y que nunca debía dejar de soñar.

Desde entonces, cada vez que alguien en Brillán tienen un nuevo sueño, Alai les contaba su historia, deseando que esos sueños brillaran tan intensamente como las estrellas. Así, la magia de Alai y el poder de los sueños seguirían iluminando su mundo imaginario para siempre.

FIN.

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