Alaia, la niña amorosa


Alaia era una niña encantadora, llena de amor y alegría. Le encantaba salir a pasear por el parque, observar las flores, jugar con las mariposas y sentir la brisa acariciar su rostro. Pero lo que más disfrutaba era cuando sus abuelos la llevaban a la iglesia. Le encantaba escuchar las historias que contaban y sentir la paz que inundaba el lugar. A sus abuelos les encantaba verla tan feliz y llena de curiosidad.

Un día, mientras paseaban por el parque, Alaia vio a un pajarito que parecía estar herido. Sin dudarlo, corrió hacia él y lo recogió con delicadeza. -¿Abuelitos, podemos llevar a este pajarito herido a casa y cuidarlo hasta que pueda volar de nuevo? -, preguntó con ojos brillantes. Sus abuelos asintieron con cariño y así fue como el pajarito se convirtió en el nuevo amigo de Alaia. Lo alimentaba, lo cuidaba y le hablaba con dulzura, y poco a poco, el pajarito recuperó sus fuerzas y pudo volar libre una vez más.

La alegría de Alaia era inmensa, pero también quería compartir esa felicidad con sus amigos. Organizó una tarde de juegos en su casa y les contó la emocionante historia del pajarito. Todos se unieron para construir un hermoso comedero para pájaros, y juntos lo colocaron en el jardín. Desde ese día, muchos pajaritos visitaban el hogar de Alaia, llenando el lugar con sus cantos y colores.

Alaia aprendió que el amor, la ternura y la compasión pueden cambiar el mundo, un pequeño gesto puede hacer una gran diferencia. Continuó paseando por el parque, disfrutando de las maravillas de la naturaleza, y cada domingo seguía con entusiasmo a sus abuelos a la iglesia, donde encontraba un espacio de paz y reflexión. Siempre rodeada de amor, Alaia creció siendo una niña especial, capaz de iluminar la vida de los demás con su dulce corazón.

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