Alan y sus nuevos amigos



Alan era un niño muy alegre y curioso. Siempre tenía una sonrisa en el rostro y le encantaba explorar y descubrir cosas nuevas. Pero ese día, Alan se despertó con mariposas en el estómago.

Era su primer día de jardín de infantes y estaba un poco nervioso. Su mamá lo ayudó a ponerse el uniforme, un buzo azul con el logo del jardín, y le dio un beso en la mejilla antes de acompañarlo hasta la puerta.

"Vas a divertirte mucho en tu primer día, Alan. Vas a hacer muchos amigos nuevos", dijo su mamá tratando de animarlo. Alan asintió con una pequeña sonrisa, pero por dentro seguía sintiendo ese nudo en la garganta.

Caminaron juntos hasta llegar al jardín, donde lo recibieron las maestras con los brazos abiertos. "¡Hola Alan! ¿Estás listo para empezar tu primer día de jardín?", preguntó la maestra Laura con una gran sonrisa.

Alan asintió tímidamente mientras miraba a su alrededor. Todos los niños parecían estar jugando y riendo, pero él se sentía fuera de lugar. Durante la mañana, hicieron juegos y actividades para que los niños se fueran integrando.

Alan intentaba participar, pero no lograba soltarse del todo. Se sentía incómodo y extrañaba estar en casa con su familia. En el recreo, se acercó a un grupo de niños que estaban jugando a la rayuela.

Quiso unirse pero uno de los chicos lo empujó sin querer y lo hizo caer al piso. "¡Eh! ¡Cuidado!", exclamó Alan levantándose rápidamente y sacudiéndose el polvo de las rodillas. El niño que lo empujó se disculpó rápidamente y le ofreció jugar juntos.

Poco a poco, Alan fue sintiéndose más cómodo en el jardín gracias a la amabilidad de sus compañeros. Al finalizar el día, la maestra Laura reunió a todos los niños en ronda para despedirse.

"¿Cómo fue su primer día de jardín?", preguntó mirando a cada uno de los niños. Alan levantó tímidamente la mano y dijo: "Al principio me sentía triste porque era nuevo aquí, pero después hice amigos nuevos que me hicieron sentir bienvenido.

"Los demás niños aplaudieron y sonrieron felices por él. Ese gesto cálido hizo que Alan se sintiera parte del grupo y terminara el día con una gran sonrisa en el rostro. Desde ese día, Alan disfrutó cada momento en su jardín de infantes.

Aprendió que aunque al principio las cosas puedan ser difíciles o desconocidas, siempre hay oportunidades para hacer nuevos amigos e integrarse si uno se anima a abrirse al mundo que tiene por descubrir.

FIN.

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