Alas de Amistad en el Bosque de Misiones


Había una vez en el bosque de Misiones, Argentina, un pequeño zorzal llamado A-Zazu. A-Zazu era diferente a los demás zorzales, ya que le gustaba ir volando por el aire feliz cantando su melodía favorita todos los días.

Un día, mientras A-Zazu volaba entre los árboles, escuchó un llanto proveniente de lo profundo del bosque. Curioso, decidió acercarse para ver qué sucedía. Descubrió a un pichón de loro atrapado en una rama alta y sin poder volar.

Sin dudarlo ni un segundo, A-Zazu se acercó al pichón y le preguntó:- ¿Qué te pasó? ¿Cómo puedo ayudarte? El pichón, con voz temblorosa, le contó que había intentado volar antes de estar listo y terminó en esa situación complicada.

A-Zazu no lo pensó dos veces y con mucho esfuerzo logró liberar al pichón. - ¡Gracias! - exclamó el pichón emocionado. A partir de ese momento, A-Zazu y el pichón se convirtieron en grandes amigos.

El zorzal enseñaba al loro todo lo que sabía sobre volar: cómo mover las alas correctamente, cómo encontrar corrientes de aire favorables y la importancia de tener paciencia y practicar constantemente. Juntos recorrían el bosque practicando vuelos cortos pero cada vez más seguros.

El pichón estaba muy agradecido con A-Zazu por toda la ayuda brindada y ambos se divertían muchísimo juntos.

Un día, mientras volaban juntos por encima de los árboles, divisaron a un grupo de pájaros carpinteros construyendo sus nidos en lo alto de un árbol gigante. - ¡Eso es increíble! - exclamó el pichón asombrado. A-Zazu sonrió y le dijo:- Si trabajamos juntos como ellos, también podemos lograr cosas maravillosas.

Así fue como A-Zazu y el pichón decidieron construir juntos su propio nido en lo alto de un árbol cercano. Con esfuerzo, dedicación y trabajo en equipo lograron construir un hermoso nido donde podían descansar cómodamente después de largos vuelos por el bosque.

Desde entonces, A-Zazu siguió siendo conocido por su amor por volar felizmente por el aire; pero ahora también era reconocido por ser un gran amigo y maestro para aquellos que necesitaban ayuda para aprender a surcar los cielos.

Y colorín colorado este cuento ha terminado; pero recuerda: con esfuerzo, dedicación y la ayuda mutua podemos alcanzar nuestros sueños más altos como verdaderos amigos alados en este hermoso mundo natural.

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