Alba, Tomy y su gran aventura en familia



En un pequeño pueblo de Argentina vivía una familia muy especial, formada por papá, mamá, dos hermanitos y una gatita llamada Luna. Un día, algo maravilloso sucedió: la familia decidió adoptar a dos perritos, Alba y Tomy. Los hermanitos perrunos eran de diferentes razas, Alba era una dulce labradora dorada y Tomy un travieso cocker spaniel.

Desde el momento en que los perritos llegaron a la casa, la vida en la familia cambió por completo. Alba y Tomy eran muy juguetones, les encantaba correr por el jardín, perseguirse mutuamente y explorar cada rincón de la casa. A pesar de ser completamente distintos, se convirtieron en inseparables compañeros de travesuras.

"¡Tomy, ven aquí!", ladraba Alba mientras corría en círculos alrededor del juguetón cachorro.

"¡Ja, ja, ja, me atraparás primero, Alba!", respondía Tomy entre ladridos emocionados.

La mamá de la familia, al ver tanta alegría en la casa, decidió enseñarles a los pequeños cómo comportarse en sociedad. Les enseñó a sentarse, a dar la pata y a esperar antes de comer. Alba y Tomy aprendieron rápido, pero de vez en cuando, la emoción los hacía olvidar las reglas.

Un día, la familia decidió hacer un paseo en bicicleta por el parque. Todos estaban felices, pero cuando llegaron al lugar, Alba y Tomy no pudieron contener su entusiasmo y salieron corriendo detrás de una bandada de pájaros. La mamá, preocupada, llamó a los perritos, pero ellos estaban tan concentrados en su juego que no la escuchaban. La familia se dividió para encontrar a los perritos, y después de un buen rato, finalmente lograron reunirse.

"¡No podemos perderlos de vista así, chicos! ¡Son muy traviesos!", exclamó la mamá, abrazando a Alba y Tomy con suavidad.

"Lo siento, mamá, pero los pájaros eran tan tentadores", dijo Alba con una mirada triste.

"Nos dejamos llevar por la emoción", añadió Tomy con la cabeza baja.

La mamá los abrazó con cariño y les explicó que la emoción está bien, pero siempre deben estar atentos a las indicaciones de la familia para mantenerse seguros. Alba y Tomy entendieron la lección, y a partir de ese día, aprendieron a controlar sus impulsos de manera responsable.

Con el tiempo, Alba y Tomy crecieron felices y equilibrados, disfrutando de cada momento junto a su familia. Aprendieron que la emoción y la diversión son importantes, pero también lo es escuchar y obedecer para mantenerse a salvo. Juntos vivieron muchas aventuras, convirtiéndose en los mejores amigos de los hermanitos y de la gatita Luna, y demostrando que, con amor, paciencia y educación, cualquier familia puede ser el hogar perfecto para todos sus integrantes, sean humanos o animals.

FIN.

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