Alecito y el Jardín de los Valores
Había una vez, en un mundo mágico llamado Armonía, un pequeño pueblo donde vivía un niño llamado Alecito. Era un niño curioso y amable, siempre dispuesto a ayudar a los demás. Sus amigos, Rana, Gato y Lila, eran también muy especiales. Cada uno de ellos tenía un poder único: Rana saltaba con gran agilidad, Gato podía hacerse invisible, y Lila podía hablar con las flores.
Un día, mientras jugaban en el bosque encantado, escucharon un susurro misterioso que venía de detrás de un arbusto.
"¿Qué fue eso?" - preguntó Rana, mirando hacia el arbusto con gran curiosidad.
"No sé, pero deberíamos investigar" - dijo Lila, emocionada.
Se acercaron lentamente y, al asomarse, encontraron un pequeño jardín que nunca antes habían visto. Las flores brillaban de colores vibrantes y una melodía suave llenaba el aire.
"¡Miren!" - exclamó Gato, señalando a una hermosa flor dorada en el centro del jardín. "Es la Flor de la Amistad. Dicen que otorga un deseo a aquellos que la cuiden con amor".
Alecito sonrió e hizo un gesto con su mano. "¡Entonces debemos cuidarla juntos! Vamos a proteger este jardín y su magia".
Los amigos comenzaron a cuidar del jardín, regando las flores y limpiando las hojas secas. Cada vez que un árbol era podado o una flor marchita era retirada, el jardín prosperaba más.
Sin embargo, un día, un grupo de criaturas traviesas llamadas Desarmonios llegaron y comenzaron a arruinar el jardín. Estaban molestos porque los amigos tenían algo que ellos no: amistad y valores.
"¡Esto es una locura!" - gritó uno de los Desarmonios. "¡No vamos a permitir que sigan disfrutando de ese jardín!".
Los amigos se reunieron para pensar en una solución, pero no podían hacerlo sin usar la magia de la amistad que habían cultivado.
"Tenemos que hablar con ellos" - sugirió Lila. "Quizás sólo necesiten entender lo que significa la amistad".
Los amigos se acercaron a los Desarmonios con valentía.
"Hola, amigos" - dijo Gato con su voz más suave. "¿Por qué están arruinando el jardín?".
"No entendemos por qué ustedes pueden disfrutar de esto mientras nosotros no tenemos un lugar especial" - respondió uno de los Desarmonios, con tristeza en su mirada.
Alecito contestó, "Podemos ayudarles a crear su propio lugar. Pero primero, ¿estarían dispuestos a recolectar flores con nosotros?".
Los Desarmonios se miraron entre sí, confundidos, pero asintieron. Mientras recolectaban flores juntos, los amigos les contaban historias de cómo habían cultivado el jardín. Así, los Desarmonios aprendieron sobre la importancia de la colaboración y el compartir.
Finalmente, los nuevos amigos idearon un plan para crear un Jardín de la Diversidad, donde cada criatura podría aportar algo especial.
"¡Seremos una gran familia! » - exclamó Rana, salta de alegría.
Juntos, plantaron nuevas flores, cada una simbolizando un valor diferente: respeto, amor, generosidad y, sobre todo, la amistad. Con el tiempo, el Jardín de los Valores floreció y la sonrisa de los Desarmonios se volvió tan brillante como la de Alecito y sus amigos.
Desde ese día, el Jardín de los Valores no sólo fue un lugar de belleza, sino un símbolo de unidad en Armonía. Y así, Alecito y sus amigos aprendieron que cuando trabajan juntos, con amistad y valores, pueden superar cualquier dificultad.
"¡Mirá!" - dijo Lila, al ver cómo las flores sonreían al viento. "El amor y la amistad son la verdadera magia".
Y así, en el mágico mundo de Armonía, la bondad siempre tenía la última palabra.
FIN.