Alegría en el Polo Norte
Había una vez un niño llamado Tomás que vivía en el Polo Norte. Todos los días, Tomás se levantaba muy temprano para jugar con la nieve y construir muñecos de hielo.
Pero a medida que se acercaba la Navidad, Tomás comenzó a sentirse triste. Un día, mientras paseaba por el bosque cubierto de nieve, Tomás se encontró con un reno llamado Rodolfo. Rodolfo tenía una nariz roja muy brillante y parecía ser muy amigable.
- ¡Hola! ¿Cómo te llamas? - preguntó Tomás emocionado. - ¡Hola! Soy Rodolfo, el reno más veloz del Polo Norte. ¿Y tú? - Yo soy Tomás.
Estoy muy triste porque creo que este año no recibiré regalos de Papá Noel - dijo con voz apagada. Rodolfo miró a Tomás con ternura y le dijo: - No te preocupes, Tomás. Creo que puedo ayudarte a solucionar ese problema.
Tomás se sorprendió y preguntó:- ¿De verdad puedes hacer eso? El reno asintió con la cabeza y explicó:- Tengo una idea genial. Vamos a hacer juntos algunos regalos para que puedas tener una Navidad llena de alegría. Tomás sonrió emocionado y rápidamente aceptó la propuesta de Rodolfo.
Juntos, buscaron ramitas secas y hojas caídas en el bosque para hacer hermosas tarjetas navideñas. Luego, recolectaron piñas grandes para convertirlas en adornos para el árbol de Navidad.
Mientras trabajaban, Rodolfo le contó a Tomás historias divertidas sobre los trineos voladores de Papá Noel y cómo él ayudaba a repartir regalos por todo el mundo. Tomás se rió mucho y olvidó su tristeza por un momento. Después de horas de trabajo, Tomás y Rodolfo terminaron todos los regalos.
El niño estaba emocionado por la sorpresa que había preparado con la ayuda del reno. Llegó la noche de Navidad y, como siempre, Tomás esperó ansioso en su habitación.
Pero esta vez, no solo esperaba recibir regalos, también quería entregar los que había hecho con tanto cariño.
De repente, escuchó un ruido muy conocido: ¡era el sonido de las campanas del trineo de Papá Noel! Tomás corrió hacia la ventana y vio a Rodolfo junto a los demás renos volando en el cielo estrellado. Papá Noel descendió por la chimenea y encontró una gran sorpresa debajo del árbol: todas las tarjetas navideñas y adornos hechos por Tomás estaban allí, brillantes y coloridos.
Junto a ellos había una nota que decía "Gracias por hacerme feliz". Tomás saltaba de alegría al ver cómo Papá Noel apreciaba sus regalos caseros. Esa noche, mientras abría sus propios obsequios, comprendió que lo más importante era compartir amor y felicidad con los demás.
Desde ese día en adelante, Tomás nunca más se sintió triste durante la Navidad.
Aprendió que no importa si los regalos son grandes o pequeños, lo que realmente importa es la alegría y el amor que se comparte en esa época del año. Y así, Tomás y Rodolfo se convirtieron en grandes amigos. Cada Navidad, volvían a hacer juntos tarjetas navideñas y adornos para alegrar el corazón de las personas que amaban.
Y colorín colorado, este cuento tan especial sobre la magia de la Navidad ha terminado.
FIN.