Alejandra y el Maravilloso Mundo de las Letras



En un pequeño pueblo llamado Letrasville, vivía una niña llamada Alejandra. Con su pelo rizado y una sonrisa que iluminaba el día, siempre estaba dispuesta a explorar el mundo. Sin embargo, había algo que a veces le hacía sentir diferente de sus compañeros: Alejandra tenía disgrafía, lo que significaba que escribir le resultaba un verdadero desafío.

Un día, en la escuela, la maestra, la señora María, anunció un concurso de escritura para el día del libro. "-Vamos a escribir una historia sobre nuestra aventura favorita! El ganador será el que tenga la historia más creativa!" dijo con entusiasmo. Los demás niños comenzaron a murmurar sus ideas, pero Alejandra sintió un nudo en el estómago.

"-¿Y si no puedo escribir como ellos?", se preguntó. Justo en ese momento, su mejor amiga, Valentina, se acercó y la animó. "-No te preocupes, Aley, lo que importa es que tu historia sea única. ¡Contame tu aventura y yo te ayudo a escribirla!"

Con esa idea en mente, Alejandra comenzó a relatar su aventura en la montaña con su familia, donde habían encontrado un hermoso lago. Valentina, con su lápiz, escribía las palabras mientras Alejandra las decía. De pronto, Valentina detuvo su mano.

"-¡Espera! ¿Y si le ponemos un dragón al lago?" propuso emocionada. Alejandra sonrió. "-¡Sí! Y el dragón puede ayudar a las personas que se sientan tristes". Juntas, comenzaron a tejer una divertida historia sobre un dragón llamado Drago que cuidaba de los niños del pueblo, asegurándose de que nunca se sintieran solos.

Mientras trabajaban en su historia, las ideas de Alejandra fluían como un río. "-Y después, Drago se hizo el amigo de todos, pero también fue un poco travieso, ¿no?" sugirió Alejandra.

"-Claro, a veces se lleva los sombreros de los abuelos de Letrasville," rió Valentina. El relato se iba convirtiendo en una gran aventura.

Finalmente, cuando llegó el día del concurso, Alejandra se sentía nerviosa, pero también emocionada. "-¿Y si no les gusta?" dudaba.

"-Pero es tu historia, Aley, ¡y es genial!" la alentó Valentina. El auditorio estaba lleno y los niños comenzaron a leer sus historias una por una. Las risas y los murmullos se escuchaban por todo el lugar. Cuando llegó su turno, Alejandra respiró hondo y se acercó al micrófono.

"-Hola, soy Alejandra y les voy a contar la historia de Drago, el dragón que vive en el lago encantado," comenzó. A medida que leía, comenzó a perder el miedo. Las sonrisas en el público la animaron a seguir.

El tiempo pasó volando mientras el relato cobraba vida. Había tantos giros en la historia que los niños estaban completamente absorbidos. Finalmente, terminó su narración sintiendo una gran alegría.

"-¡Bravo!" exclamaron varios, y Valentina aplaudió con entusiasmo. Finalmente, la señora María anunció al ganador, y con una amplia sonrisa en el rostro, dijo: "-Y el premio va para Alejandra por su creatividad y su maravillosa historia sobre Drago!"

Alejandra se quedó sin palabras. En su corazón, supo que había dejado de lado sus miedos y se había atrevido a compartir su imaginación. Valentina la levantó en brazos mientras todos aplaudían.

otro día, mientras caminaban a casa, Valentina le preguntó: "-¿Qué aprendiste de esto, Ale?"

"-Que escribir no es solo poner letras en un papel, sino compartir sueños. Y juntos podemos hacer cosas increíbles, aunque parezcan difíciles" respondió con una gran sonrisa.

A partir de ese día, Alejandra no solo dejó volar su imaginación, sino que descubrió que con el apoyo de los demás, las letras cobraban vida de una manera especial. Así, decidió seguir contando historias, ya sea con un lápiz, una computadora, o incluso contando a voz en grito. El mundo de las letras se convirtió en un lugar donde siempre habría espacio para sus sueños, sus aventuras y su amiga Valentina, que siempre estuvo a su lado.

Y así, en Letrasville, Alejandra y Drago se convirtieron en leyendas. Las historias de Alejandra comenzaron a inspirar a otros niños, sin importar cuáles fueran sus dificultades. Después de todo, lo que importaba era la magia que le daban a las palabras y las historias que pueden cambiar el mundo.

FIN.

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