Alejandra y la lección de la tablet


Había una vez una niña llamada Alejandra, a quien le encantaba jugar con su tablet. Pasaba horas y horas entretenida con juegos, videos y aplicaciones.

Sus padres, preocupados por su excesivo uso, intentaban limitar el tiempo que pasaba frente a la pantalla, pero no siempre lo lograban. Un día, Alejandra comenzó a portarse mal con su tablet. La usaba en momentos inapropiados, descuidaba sus responsabilidades y se ponía de mal humor cuando no podía tenerla.

Sus padres, preocupados por su comportamiento, decidieron intervenir. "Alejandra, es hora de hablar seriamente. Te hemos notado muy malhumorada y desatenta últimamente. Creemos que la tablet te está afectando", le dijo su mamá con tono preocupado.

Alejandra frunció el ceño y respondió de mala gana: "No es cierto, la tablet me hace feliz. No quiero hablar de esto".

Sus padres, decididos a enseñarle una lección, tomaron una decisión radical.

Escondieron la tablet de Alejandra y le dijeron que no la recuperaría hasta que demostrara que podía portarse bien y ser responsable. Al principio, Alejandra se enojó mucho y protestó, pero al ver que sus padres no cedían, decidió que era momento de cambiar su actitud.

Lentamente, comenzó a involucrarse en otras actividades, como jugar afuera, leer libros e incluso ayudar en las tareas del hogar. Descubrió que había muchas cosas divertidas por hacer, más allá de la pantalla de la tablet. Con el tiempo, sus padres notaron el cambio en Alejandra y decidieron darle otra oportunidad.

Le devolvieron la tablet, pero esta vez, Alejandra supo manejar su uso de manera equilibrada. Aprendió que la tablet era una herramienta para divertirse, pero que no debía dominar su vida.

Desde entonces, Alejandra encontró un equilibrio entre el tiempo de pantalla y otras actividades, y se convirtió en una niña más feliz y responsable.

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