Alejandro y la Inundación



En un pequeño charco de Brasil vivía un sapo llamado Alejandro. No era un sapo cualquiera, su piel era de un color verde oliva bastante apagado y tenía ojos grandes que siempre parecían estar preocupados. Alejandro, a pesar de ser un sapo feo, tenía un corazón brillante y un gran deseo de ayudar a otros.

Un día, mientras Alejandro se refugiaba de la lluvia bajo una hoja enorme, escuchó a sus amigos, los patos, hablando sobre una gran tormenta que se acercaba. "- Escuché que va a llover muy fuerte, hasta se habla de una posible inundación!" decían los patos revoloteando nerviosos. Alejandro miró hacia el cielo oscuro y comenzó a sentir una preocupación. Sabía que su charco podía inundarse y afectar a todos los que vivían allí.

"- ¡Tengo que hacer algo!" pensó Alejandro. Pero, ¿qué podía hacer un sapo feo como él?

Mientras tanto, en el bosque cercano, la comunidad de sapos se reunió para discutir el problema. Alejandro decidió acercarse. "- ¡Hola a todos!" dijo, llenándose de valor. "- Creo que deberíamos hacer algo para proteger nuestros hogares. " Sin embargo, los demás sapos se burlaron. "- ¿Y qué puede hacer un sapo feo?" rió uno. "- Dejá que los más bonitos se encarguen. " dijo otro.

A pesar de las burlas, Alejandro no se dio por vencido. Sabía que tenía buenas ideas, así que decidió actuar solo. Se dirigió al arroyo que estaba más arriba y empezó a construir pequeñas represas con ramas y hojas. Con cada represa que hacía, el agua comenzaba a acumularse en una zona controlada. Con esfuerzo y dedicación, logró construir varias represas en un día.

Cuando los demás sapos se dieron cuenta de lo que Alejandro estaba haciendo, empezaron a cambiar de opinión. No podían creer lo que sus ojos veían. "- ¡Mirá! - gritaba un sapo. "- ¡El sapo feo está salvando el charco!". Asombrados, se unieron a él. "- ¡Yo puedo traer ramas!" dijo uno. "- Yo puedo ayudar con las hojas!" ofreció otro.

Con el apoyo de todos, Alejandro dirigió a la comunidad en la construcción de una gran represa. Sin embargo, la lluvia comenzó a caer más fuerte y el arroyo empezó a desbordarse. "- ¡Rápido!" gritó Alejandro. "- ¡Debemos trabajar juntos para terminar la represa antes que sea demasiado tarde!". Sin dudarlo, todos los sapos se pusieron a trabajar codo a codo, empujando y levantando muchas ramas.

Justo cuando terminaron la represa, las aguas comenzaron a subir rápidamente. Alejandro observó cómo el agua se desviaba, gracias a su trabajo en equipo. Mientras los demás sapos lo aplaudían, el cielo despejó y los rayos del sol comenzaron a brillar, iluminando el charco una vez más.

"- ¡Lo logramos!" exclamó uno de los sapos. "- ¡Gracias a Alejandro!". Todos giraron sus ojos hacia él.

"- Pero no lo hice solo " dijo Alejandro. "- Todos trabajamos juntos. Cada uno de nosotros tiene algo valioso que ofrecer, no importa cómo se vea. "

Desde aquel día, Alejandro no fue visto como el sapo feo, sino como el héroe del charco. Y así, aprendieron la importancia de unir fuerzas y valorar a los demás por lo que realmente son. No importa cómo se vea alguien por fuera, lo que vale es lo que lleva en su interior.

Y así, el sapo feo y sus amigos fueron felices y siempre se acordaron de la gran inundación, recordando que la verdadera belleza se encuentra en la bondad y el trabajo en equipo.

FIN.

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