Alejandro y los Turistas del Planeta



Había una vez, en un pintoresco pueblito llamado Tierra Verde, un guía de turismo llamado Alejandro. Alejandro amaba su tierra más que nada en el mundo. Con su gorra y mochila, siempre estaba dispuesto a mostrarles a los turistas las maravillas de su hogar. Sin embargo, su mayor deseo era que todos aprendieran a cuidar el medio ambiente.

Un día, mientras preparaba su recorrido, llegó un grupo de turistas. Era variado: había una familia con dos niños, una pareja de amigos y un anciano muy sabio. Alejandro les sonrió y dijo: "¡Bienvenidos a Tierra Verde! Estoy aquí para asegurarme de que tanto ustedes como nuestro planeta disfruten de esta experiencia. Vamos a ser turistas responsables. ¿Están listos?"

Los turistas asintieron emocionados. Alejandro les explicó los cinco protocolos de turismo responsable.

"Primero, cuidamos la naturaleza. Vamos a seguir los senderos y no recoger flores. Cada planta tiene su lugar aquí."

"Segundo, respetamos las culturas. Hablaremos con los lugareños y aprenderemos sobre sus costumbres."

"Tercero, no tiremos basura. Siempre llevemos una bolsa para nuestros residuos. Reciclar es importante, y también ahorraremos energía."

"Cuarto, cuidemos el agua. No la desperdiciemos, porque el agua es vida."

Los turistas escuchaban atentos, ilusionados por poner en práctica todo lo aprendido.

El nudo de la historia comenzó cuando, mientras caminaban por el hermoso bosque, encontraron un arroyo lleno de basura. ¡Era una escena horrenda! Las botellas y envoltorios arruinaban la belleza del lugar. Los niños, al ver esto, se entristecieron.

"Mirá, papá, ¡qué feo!" - dijo la niña, señalando la basura.

"Sí, tengo unas ganas de recoger todo, pero no sé si debamos hacerlo. ¡Es mucha!" - respondió su madre.

Alejandro, viendo su preocupación, dijo con voz firme:

"No podemos dejar que el arroyo se contamine más. ¡Vamos a hacer algo! Formemos un equipo. Cada uno puede llevar una bolsa y recoger lo que pueda. Luego reciclaremos todo. ¡Así ayudamos a nuestro planeta!"

Los turistas se miraron entre sí, y con una sonrisa decidida, comenzaron a recoger la basura. Rápidamente, los niños se entusiasmaron y empezaron a contar cuántos objetos podían recoger en un minuto. La pareja de amigos se dividió las tareas y el anciano comenzó a contar historias sobre cómo el agua pura había sido vital para las culturas antiguas que habitaban esas tierras.

Con el paso del tiempo, lograron llenar varias bolsas. Mientras trabajaban, Alejandro les enseñaba un poco sobre los árboles y animales que habitaban el lugar, y cómo cada uno de ellos cumplía una función vital.

"¿Ven ese pajarito?" - les dijo, señalando una hermosa ave. "Él ayuda a dispersar las semillas de las plantas. Así que cada acción cuenta."

Al terminar, el arroyo lucía diferente. El agua brillaba y los turistas sentían un gran orgullo por haber ayudado. El anciano se acercó a Alejandro y dijo:

"Nunca pensé que un grupo de turistas pudiese hacer tanto por la naturaleza. ¡Esto es un ejemplo para todos!"

El día terminó con una pequeña celebración. Alejandro llevó a los turistas a la cima de una colina, donde pudieron ver toda la belleza de Tierra Verde.

"Gracias por cuidar nuestra tierra y aprender a ser turistas responsables. Cada uno de nosotros puede hacer la diferencia. Ahora, ¿quieren volver a casa con una historia que contar?" - preguntó Alejandro.

"¡Sí!" - respondieron todos al unísono.

"Contaremos lo que hicimos, y a otros también los invitaremos a cuidar el planeta." - agregó el niño con una gran sonrisa.

Desde ese día, los turistas de Tierra Verde se convirtieron en embajadores del medio ambiente y compartieron sus aprendizajes por donde iban. Gracias a Alejandro y sus enseñanzas, cada uno entendió que el turismo responsable no solo era un protocolo, sino una forma de vida.

Y así, Tierra Verde se mantuvo hermosa y viva, gracias a aquellos que la respetaban y la cuidaban. Porque al final, todos podemos ser guardianes de nuestro planeta, desde el más pequeño de los niños hasta los más sabios de los ancianos.

Fin.

FIN.

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