Alessia y el capibara valiente



Una soleada mañana en el barrio, Alessia despertó con una gran sonrisa. Hoy era el día en que sus padres le habían prometido que le comprarían un peluche de capibara. Desde que había aprendido sobre estos adorables animales, no había más cosa que le gustara que un capibara.

Cuando llegó a la tienda, sus ojos brillaron al ver a un peluche de capibara gigante, suave y de un marrón tan cálido como un abrazo.

"¡Es el más lindo del mundo!" - exclamó Alessia, abrazándolo fuertemente.

Regresó a casa, emocionada con su nuevo amigo. Lo nombró Capis, y desde ese día, no se separó de él. Capis la acompañaba a la escuela, a la plaza y hasta a la hora de dormir.

Sin embargo, en su clase había otro niño, Juan Carlos, que siempre parecía estar enojado. Un día, mientras todos jugaban en el recreo, Juan Carlos se acercó a Alessia.

"Ese peluche es un desastre. No me gusta" - dijo con burla.

Alessia se sintió mal, pero decidió que su amor por Capis no podía ser derribado por lo que Juan Carlos pensara.

"Pero a mí me encanta. Es muy especial. Él siempre me hace sentir feliz" - respondió Alessia con una sonrisa.

Al escuchar eso, Juan Carlos se puso furioso y, en un arrebato, le quitó a Capis de los brazos.

"Si no me haces caso, lo voy a destrozar" - lo amenazó, mientras el corazón de Alessia se hundía.

"¡No!" - gritó ella, llenándose de preocupación. "¡Por favor, devuelve a Capis!"

Los otros niños comenzaron a notar lo que estaba pasando. A algunos les dio miedo, pero Alessia tomó una profunda respiración.

"Juan Carlos, entiendo que no te guste, pero no hay razón para que hagas esto. Todos tenemos cosas que nos gustan, y está bien" - le explicó, tratando de no mostrar su temor.

Juan Carlos no sabía qué decir y, en ese momento, los demás niños comenzaron a animar a Alessia.

"¡Devuélvele el peluche!" - gritaron al unísono.

Por primera vez, Juan Carlos se sintió un poco avergonzado.

Pensando en que quizás Alessia tenía razón, decidió hacer lo inesperado.

"Está bien, lo devolveré, pero solo si prometés que jugarás conmigo a la próxima partida de fútbol" - propuso, esperando que Alessia se negara.

Alessia se quedó en silencio un instante, pensando en lo que había dicho Juan Carlos. Sabía que podía ser difícil, pero se le ocurrió algo.

"Está bien. Pero solo si también me dejas mostrarte cómo jugar. Quizás hasta te guste jugar con capibaras después" - respondió con una sonrisa.

Juan Carlos se sorprendió. Nadie había tratado de hacer que se sintiera bien en mucho tiempo. Con un gesto tímido, le devolvió a Capis a Alessia.

"Lo siento, no quise asustarte. Me gusta el fútbol, pero quizás debería aprender a ser más amable" - dijo, mientras los otros niños comenzaron a aplaudir.

Alessia sonrió y abrazó a Capis nuevamente.

"Lo importante es que cada uno tiene sus propias cosas que le gustan. Eso nos hace especiales" - dijo ella, mirando a Juan Carlos con complicidad.

Desde ese día, no solo Alessia y su amado capibara aprendieron que la amistad es importante, sino que Juan Carlos descubrió que jugar y compartir no solo se trata del fútbol, sino de construir un lugar donde todos se sientan cómodos.

Y así, Alessia y Juan Carlos se convirtieron en amigos, demostrando que a veces, un buen diálogo y un poco de comprensión pueden transformar hasta las situaciones más difíciles.

FIN.

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