Alessia y su Gran Aventura de Verano



Era un soleado día de verano y Alessia Luciana, una niña de 8 años llena de energía y alegría, corría de un lado a otro en el patio de su casa. Tenía una sonrisa que iluminaba cualquier rincón y su curiosidad no tenía límites.

- ¡Hoy es el día perfecto para jugar a la pelota! - exclamó Alessia mientras buscaba su balón de básquet.

Alessia amaba jugar al básquet y al voley con sus hermanos, Mateo y Sofía, quienes siempre la acompañaban en sus aventuras.

- ¡Vamos a la cancha! - dijo Mateo mientras se ponía su gorra.

- Esperen, no olviden llevar el balón de voley también - agregó Sofía, que era un año menor que Alessia.

Una vez en la cancha, comenzaron a jugar, riendo y disfrutando del sol. Alessia lanzaba la pelota con fuerza, pero de repente, escucharon un fuerte estruendo.

- ¿Qué fue eso? - preguntó Alessia con un poco de temor.

- No sé, vamos a ver - respondió Mateo, decidido a investigar.

Cuando se acercaron, encontraron un grupo de niños que trataron de hacer un concurso de castillos de arena. Pero el viento había desarmado la mayoría de ellos, dejándolos tristes.

- ¡Hola! ¿Qué les pasa? - preguntó Alessia, con su naturaleza alegre.

- Intentamos hacer un castillo, pero se fue todo al viento… - lamentó una de las niñas.

- ¡No se preocupen! - dijo Alessia, con su típica sonrisa. - Los castillos pueden ser geniales, ¡pero también podemos construir algo juntos! ¿Qué les parece hacer una casa en la playa?

Los otros niños se miraron intrigados.

- ¿Cómo una casa en la playa? - preguntó un niño.

- Podríamos usar arena, conchas, y hojas. ¡Sería nuestra casa de verano! - propuso Alessia entusiasmada.

Así, comenzaron a trabajar en equipo. Cada uno se encargó de una parte del castillo. Mientras cavaban y recogían materiales, Alessia sentía un gran entusiasmo.

- ¡Esto va a ser increíble! - decía mientras moldeaba la arena.

De repente, Alessia recordó que cuando mamá trabajaba, solía asustarse y temía quedarse sola. Pero en ese momento, rodeada de amigos y en plena construcción de su hogar en la playa, se sintió valiente y feliz.

- ¡Miren, estoy haciendo una puerta! - gritó.

- ¡Y yo el tejado! - exclamó Mateo, mientras colocaba conchas en la parte superior.

Después de varias horas de trabajo, habían construido la casa más hermosa de toda la playa. Los adultos que paseaban también se acercaron a admirarla.

- ¡Es una obra maestra! - dijo un hombre mayor.

Alessia se sonrojó y sonrió con orgullo.

- ¡Felicidades, equipo! - dijo Sofía. - ¡Lo hicimos juntos!

Cuando el sol estaba a punto de ponerse, comenzaban a recoger sus cosas. Alessia se sintió feliz, no solo por el castillo, sino porque había logrado superar su miedo a estar sola.

- Hicimos algo increíble, ¡y todo porque trabajamos juntos! - dijo Alessia.

- Y ser curiosos siempre nos lleva a nuevas aventuras - agregó Mateo, sonriendo.

- ¿Cuándo podemos hacerlo de nuevo? - preguntó Sofía, casi saltando de la emoción.

- ¡Pronto! - respondió Alessia, mirando al horizonte. - Un día tendremos nuestra propia casa en la playa, donde siempre podremos jugar y hacer aventuras.

Con esa idea en mente, Alessia y sus hermanos se quedaron mirando el mar junto con sus nuevos amigos, soñando con sus próximos proyectos. Todos se sintieron felices, porque sabían que juntos podían superar cualquier miedo y crear recuerdos inolvidables.

Y así, Alessia Luciana aprendió que ser valiente no se trata de no tener miedo, sino de enfrentar las cosas con alegría y compañía.

FIN.

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