Aletita y su amigo exploran el mar
en una casa pequeña junto a la ventana. Era un pez dorado con escamas brillantes y ojos grandes y redondos que siempre parecían estar sonriendo.
Aletita era muy feliz en su hogar, pero un día comenzó a sentirse aburrida. "¡Oh, no! ¡Estoy tan aburrida aquí en mi pecera!"- dijo Aletita. "¿Por qué estás aburrida?"- preguntó el caracol que vivía en la pecera con ella. "No sé...
siento que necesito algo más emocionante en mi vida"- respondió Aletita tristemente. El caracol pensó por un momento y luego tuvo una idea:"¡Ya sé! ¿Qué tal si te cuento historias sobre el mundo fuera de la pecera? Hay tantas cosas interesantes allí afuera".
Aletita se emocionó ante esta idea y le pidió al caracol que le contara todo lo que sabía sobre el mundo exterior.
El caracol comenzó a contarle historias sobre los ríos, océanos y lagos del mundo, sobre las criaturas marinas exóticas y las aventuras increíbles que podrían tener juntos si salieran de la pecera. A medida que pasaban los días, Aletita se entusiasmaba cada vez más con estas historias. Finalmente, decidió que quería explorar el mundo fuera de su pecera.
"Caracol, creo que es hora de hacer algo emocionante"- dijo Aletita decidida-. "Quiero salir de esta pecera y ver todo lo hermoso del mundo". El caracol estaba encantado al escuchar esto e inmediatamente comenzaron a planear su gran escapada.
Trabajando juntos, lograron encontrar una manera de salir de la pecera y se aventuraron en el mundo exterior. Durante su viaje, Aletita y el caracol vivieron muchas aventuras emocionantes.
Vieron arrecifes de coral coloridos, nadaron con delfines amistosos e incluso tuvieron un encuentro cercano con un tiburón hambriento (aunque lograron escapar a tiempo). Finalmente, después de muchos días explorando los mares del mundo, Aletita decidió que era hora de volver a casa. "Fue una aventura increíble", dijo ella-.
"Pero ahora es hora de regresar a mi pecera". El caracol asintió en acuerdo y juntos regresaron a la pequeña pecera en la casa.
Aletita estaba feliz de estar en casa otra vez, pero sabía que nunca olvidaría las aventuras que había tenido. Desde ese día en adelante, Aletita no volvió a sentirse aburrida. Ahora sabía que siempre habría algo emocionante por descubrir si se tomaba el tiempo para buscarlo.
Y aunque todavía amaba su hogar acogedor en la pecera junto a la ventana, también sabía que había todo un mundo esperándola afuera si alguna vez necesitaba un poco más de emoción en su vida.
FIN.