Alex y el Brillo de la Amistad
Había una vez un niño llamado Alex que tenía un corazón enorme y una sonrisa contagiosa. Era conocido en la escuela por su energía inagotable. No había día que no sacara una risa a sus compañeros, ya sea mostrando trucos de magia o haciendo caras graciosas.
Un día, la tutora, la señorita Laura, decidió hablar con Alex después de que, una vez más, interrumpió la clase actuando como un payaso. La señorita Laura siempre había querido que la clase fuera un lugar donde todos pudieran aprender y concentrarse.
"Alex, ven un momento, por favor" - le dijo con una sonrisa suave.
"¿Sí, señorita Laura?" - respondió Alex, con los ojos brillando.
"Quiero hablar contigo sobre las interrupciones en clase. Eres muy divertido, pero a veces, los otros niños no pueden escuchar cuando hablas. ¿Podrías intentar guardarte un poco de esa energía para los recreos?" - le explico la señorita Laura poco a poco.
Alex se sintió un poco triste, pero también comprendió que no podía poner su alegría por encima del aprendizaje de los demás.
"Está bien, señorita Laura. Haré mi mejor esfuerzo" - dijo él, aunque no estaba seguro de cómo hacerlo.
La semana siguiente, Alex decidió que, si iba a ser más tranquilo en clase, buscaría otras maneras de brillar. Así que, durante el recreo, se le ocurrió una idea brillante. Invitaría a sus amigos a un club de juegos.
"¡Chicos! Los invito a mi club de juegos en el patio después de clase. ¡Prometo que va a ser superdivertido!" - exclamó Alex con entusiasmo.
Los colegas, intrigados, aceptaron la invitación. Después de clases, en el patio, Alex organizó un juego espectacular.
"Vamos a jugar al escondite. Las reglas son simples. ¡El que encuentre a todos gana!" - explicó Alex mientras saltaba de emoción.
Los niños comenzaron a jugar, y pronto el patio estaba lleno de risas y gritos de alegría. Todo parecía ir perfecto:
"¡Te encontré, Juli!" - gritó Lucas.
Pero, al poco tiempo, incluso el juego comenzó a descontrolarse. Algunos niños no seguían las reglas y comenzó el desorden. Alex se dio cuenta que su idea, aunque buena, necesitaba más organización. Entonces, decidió detener el juego.
"¡Alto! Chicos, hagamos una pausa. Necesito que juguemos bien, para que todos se diviertan" - propuso Alex, tratando de tomar la iniciativa.
Los niños lo miraron, sorprendidos de verlo actuar así.
"Tenés razón, Alex. Podemos hacerlo mejor" - dijo Vicky, una de sus amigas.
Con esa simple frase, algo cambió. Juntos decidieron crear un tablero de reglas escrito en la pared del patio.
"¡Así todos sabremos lo que hay que hacer!" - sugirió Gabi.
Así fue como, con el apoyo de sus amigos, Alex transformó su idea de club de juegos en un éxito. Después de eso, se sentía más satisfecho. Había encontrado una forma de aprovechar su energía sin interrumpir las clases.
La señorita Laura notó el cambio en él y un día, después del receso, decidió hablar nuevamente con Alex.
"Alex, he visto cómo organizaste el club de juegos. Me alegra que hayas encontrado una forma de ser líder y mantener a todos entretenidos. ¡Excelente trabajo!" - dijo con una gran sonrisa.
"Gracias, señorita Laura. Aprendí que también puedo ser divertido en otras ocasiones" - le respondió Alex.
Desde ese día, Alex se sintió más seguro de sí mismo. Creó un ambiente de alegría y amistad entre sus compañeros, siempre recordando la importancia de escuchar y ser parte del grupo.
Y así, con su energía renovada y un nuevo enfoque, Alex se convirtió en el niño que brillaba, no solo por ser divertido, sino también por ser un amigo maravilloso.
FIN.