Alex y su Amigo Fiel



Había una vez un niño llamado Alex, que se sentía muy solo en la escuela. Los otros chicos jugaban juntos y se reían, pero él siempre se quedaba a un lado, sin un amigo con quien compartir sus historias. Un día, al llegar a casa después de un largo día de clases, se encontró con una sorpresa: su mamá le había regalado un perro.

"¡Mirá, Alex! Te presento a Milo, nuestro nuevo compañero", dijo su mamá con una sonrisa.

Alex se agachó y acarició al perrito, que movía la cola con alegría.

"¡Hola, Milo!", exclamó Alex, sintiendo por primera vez que no estaba tan solo.

El perro era de un lindo color marrón, con grandes ojos que parecían entenderlo. Desde ese día, Alex y Milo se volvieron inseparables. Milo lo acompañaba a la escuela y no pasaba un momento sin estar a su lado.

Una tarde, mientras jugaban en el parque, Alex observó a un grupo de niños jugando a la pelota. Un poco nervioso, se acercó y dijo:

"¿Puedo jugar con ustedes?"

Los niños lo miraron y uno de ellos, llamado Tomás, respondió:

"Claro, pero tenés que ser rápido. ¡La pelota vuela!"

Alex sintió un cosquilleo de emoción. Corrió hacia el grupo, con Milo siguiendo a su lado. Pronto se dio cuenta de que Milo también quería jugar. Se paró en el borde del juego, ladrando y tratando de atrapar la pelota cuando pasaba cerca.

"¡Milo juega muy bien!", rió una de las chicas.

"Sí, ¡es nuestro nuevo jugador estrella!", agregó Tomás.

Alex se sintió tan feliz. Empezaron a invitarlo a jugar más a menudo, y la soledad comenzó a desvanecerse. Sus nuevos amigos no solo querían a Alex, sino que también adoraban a Milo. Así fue como Alex dejó de sentirse solo.

Sin embargo, un día, sucedió algo inesperado. Mientras jugaban, Milo corrió tras una ardilla y salió disparado. Los niños lo seguían gritando:

"¡Milo! ¡Vuelve!"

Todos estaban preocupados. Alex sintió un nudo en el estómago, pero en lugar de entrar en pánico, recordó que Milo siempre volvía a él.

Con determinación, Alex se puso a buscarlo. Siguió el rastro de Milo, que lo llevó al bosque cercano. Cuando finalmente encontró a su perro, lo vio atrapado en unos arbustos.

"¡Milo! ¡Estoy aquí!", gritó Alex.

Con mucho cuidado, se acercó y dijo:

"Tranquilo, Milo, te rescataré".

Con paciencia y ternura, Alex ayudó a su amigo a salir de los arbustos. Ambos estaban llenos de tierra y un poco asustados, pero pronto se dieron cuenta de que estaban juntos.

"¡Lo logramos, Milo!", exclamó Alex, abrazando a su perro con fuerza.

Al regresar al parque, todos los niños lo aplaudieron.

"¡Sos un héroe, Alex! ¡Y lo mismo va para Milo!", dijo Tomás.

A partir de ese día, Alex no solo había ganado un amigo fiel, sino también un grupo de amigos que lo aceptaban tal como era. Aprendió que la amistad se construye a base de momentos compartidos y de cuidar unos de otros, tal como lo hizo con Milo.

Y así, Alex y su amigo fiel, Milo, continuaron viviendo aventuras, explorando el mundo juntos y llenando sus días de risas y alegría. La soledad quedó en el pasado, mientras su vínculo se hacía más fuerte con cada día que pasaban juntos.

FIN.

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