Alex y su amigo fiel
Había una vez un niño llamado Alex que no tenía amigos en la escuela. Siempre se sentaba solo en el patio durante el recreo, observando a otros niños jugar y reír. A veces, se sentía triste y deseaba tener a alguien con quien compartir sus días.
Un día, después de un largo día de clases, Alex llegó a casa. Su madre lo recibió con una sonrisa radiante. "Hoy es un día especial, Alex. Tenemos una sorpresa para vos. ¡Ven!" - le dijo, llevándolo hacia el jardín.
En el jardín había un hermoso perro de pelaje marrón y ojos brillantes.
"¡Mirá, es un perro!" - exclamó su papá emocionado.
"Se llama Rusky. Es tuyo, Alex. ¡Felicidades!" - añadió su mamá.
Alex no podía creerlo. Nunca había tenido una mascota antes. "¿De verdad es mío?" - preguntó, estirando una mano hacia el perro. Rusky movió la cola y se acercó, dándole un suave lametón en la mano.
Desde ese día, Alex y Rusky se volvieron inseparables. Pasaban horas jugando en el patio, y Alex le contaba todo lo que sucedía en la escuela. Rusky siempre lo escuchaba con atención, como si entendiera cada palabra. Con el paso del tiempo, Alex se dio cuenta de que la tristeza de la soledad estaba desapareciendo lentamente.
Un día, mientras jugaban la pelota en el parque, Alex vio a un grupo de niños que jugaba al fútbol. Se sintió un poco nervioso, pero decidió acercarse. "¿Puedo jugar con ustedes?" - les preguntó tímidamente.
"¡Claro!" - respondió uno de los niños con una sonrisa. "Solo tenés que traer a tu perro. Es más divertido con mascotes."
Con la ayuda de Rusky, que corría alegremente detrás de la pelota, Alex comenzó a divertirse. "¡Vamos, Rus! ¡A buscar!" - gritó mientras todos los niños se reían y disfrutaban del juego.
Fue un día inolvidable. A medida que pasaban las semanas, Alex siguió jugando con Rusky y también se hizo amigo de los niños del parque. Ellos comenzaban a invitarlo a jugar más seguido, y Alex, agradecido, no podía creer lo afortunado que era.
Sin embargo, un giro inesperado llegó un día lluvioso. Cuando Alex volvió a casa de la escuela, encontró a Rusky en el jardín con una pata lastimada. "¡Oh no, Rus!" - gritó alarmado. Llamaron al veterinario y, después de revisarlo, le dijeron que necesitaba reposo durante varias semanas.
"¡Pero no puedo dejar que mi amigo sufra!" - decía Alex con lágrimas en los ojos.
"No te preocupes, Alex. Harás lo mejor cuidando a Rusky. Ahora es tu oportunidad de demostrar tu amistad" - le aconsejó su mamá, dándole una mano en el hombro.
Alex decidió que iba a cuidar de su amigo fiel con mucho cariño. De día lo llevaba al parque y de noche le leía cuentos mientras Rusky se acomodaba en su cama. Poco a poco, Rusky se recuperó y logró volver a correr y jugar. Alex aprendió no solo a confiar en sí mismo, sino también a ser un buen amigo.
Con el tiempo, entre juegos, risas y pequeñas aventuras, Alex descubrió que no solo tenía a Rusky como su mejor amigo, sino que también contaba con un grupo de amigos en la escuela que lo querían por quien era.
"No podría haberlo hecho sin vos, Rusky. Sos el mejor amigo que podría haber deseado" - le dijo Alex un día mientras acariciaba su pelaje suave.
"Guau!" - respondió Rusky moviendo la cola, como si entendiera cada palabra.
Así, la historia de Alex enseñó que a veces, lo que más necesitamos es un poco de amor y apoyo, y que la verdadera amistad puede venir en muchas formas, incluso en la de un perro leal. Juntos, Alex y Rusky se convirtieron en un equipo increíble, listos para enfrentar cualquier desafío que viniera, siempre recordando que la amistad es una de las cosas más valiosas de la vida.
FIN.