Alexis y los gatos mágicos



Había una vez un niño llamado Alexis, que era muy inteligente y amable. Sin embargo, tenía un pequeño problema: siempre llegaba tarde a clases porque se demoraba mucho en ponerse sus lentes.

Sus compañeros de clase solían burlarse de él por eso. Un día, mientras jugaba en el patio de su casa, Alexis encontró dos gatitos abandonados. Uno era negro como la noche y el otro blanco como la nieve.

Los llevó a casa y decidió cuidarlos como si fueran su familia. Alexis les puso nombres a los gatitos: Luna para la gatita negra y Nieve para el gatito blanco. Pasaban tanto tiempo juntos que pronto se volvieron inseparables.

Un día, cuando Alexis estaba jugando con Luna y Nieve en el parque, sus amigos se acercaron a burlarse de él nuevamente. "¡Miren al tonto de los lentes! ¿Todavía no puedes llegar a tiempo?", se reían.

Alexis sintió mucha tristeza por las palabras hirientes de sus amigos. Pero entonces recordó algo importante: sus gatos nunca se burlaban de él ni lo criticaban por ser diferente. Siempre lo aceptaban tal como era.

Decidió enfrentar a sus amigos con valentía y les dijo: "Sí, uso lentes y llego tarde a veces, pero eso no me hace menos especial. Mis gatos me quieren sin importar cómo luzco o cuándo llego". Sus amigos quedaron sorprendidos por las palabras seguras de Alexis.

Al principio no sabían qué decir, pero luego uno de ellos habló: "Tienes razón, Alexis. No deberíamos burlarnos de ti. Eres un buen amigo y eso es lo que importa".

A partir de ese día, los amigos de Alexis dejaron de fastidiarlo. Comenzaron a valorar su inteligencia y amabilidad en lugar de fijarse en sus lentes o su puntualidad.

Alexis aprendió una gran lección: no importa cómo luzcas o cuál sea tu situación, siempre habrá personas que te acepten tal como eres. Y si alguna vez te encuentras con alguien que no te trata bien, recuerda rodearte de quienes sí lo hacen, como Luna y Nieve. Desde entonces, Alexis se hizo más fuerte y seguro de sí mismo.

Continuó cuidando a Luna y Nieve mientras estudiaba duro para convertirse en el mejor estudiante de la escuela. Y así, gracias a sus gatos y su determinación, Alexis demostró que ser diferente no es algo malo.

Al contrario, nos hace únicos e especiales.

FIN.

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