Alfonso y el Doctor de Animales



Había una vez un niño llamado Alfonso que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y árboles frondosos. Alfonso era muy curioso, siempre explorando y descubriendo cosas nuevas.

Pero había algo que le daba mucho miedo: ir al médico. Cada vez que su mamá le decía que tenía una cita con el doctor, Alfonso se ponía nervioso y comenzaba a llorar. No entendía por qué debía ir al médico si no se sentía enfermo.

El solo pensar en las agujas y los instrumentos extraños hacían que su corazón latiera muy rápido. Un día, mientras jugaba en el jardín de su casa, escuchó un ruido extraño proveniente del bosque cercano.

Curioso como siempre, decidió investigar qué estaba ocurriendo. Caminó entre los árboles hasta llegar a una pequeña clara donde encontró a un pajarito herido. Alfonso sintió mucha pena por el pajarito y decidió ayudarlo llevándolo al médico de animales del pueblo.

Aunque estaba asustado, sabía que era lo correcto hacer para salvar al pajarito. Cuando llegaron a la clínica veterinaria, Alfonso vio muchas mascotas esperando ser atendidas por el doctor. Habían perros, gatos e incluso un conejito con una patita vendada.

Alfonso observaba cómo los animales eran revisados con cuidado y cariño. De repente, escuchó una voz amable detrás de él: "Hola Alfonso, ¿en qué puedo ayudarte?".

Era el doctor Pablo, un hombre alto y amigable con una sonrisa cálida. Alfonso se acercó tímidamente y le explicó lo que había pasado con el pajarito. El doctor Pablo escuchó atentamente y al ver la preocupación en los ojos de Alfonso, decidió explicarle cómo funcionaba su trabajo.

Le mostró los instrumentos médicos y le aseguró que no eran tan aterradores como parecían. "Alfonso, mi trabajo es cuidar de los animales y ayudarlos a sentirse mejor", dijo el doctor Pablo.

"A veces, necesitamos usar agujas para curar heridas o dar medicinas, pero siempre lo hacemos para proteger la salud de nuestros amigos animals". Alfonso comenzó a sentirse un poco más tranquilo al escuchar las palabras del doctor Pablo. Decidió quedarse en la clínica mientras el pajarito era atendido.

Mientras esperaban, el doctor Pablo llevó a Alfonso por un recorrido por la clínica. Le mostró cómo revisaba los corazones de los perros con su estetoscopio mágico y cómo utilizaba un termómetro para medirles la temperatura.

Poco a poco, Alfonso fue perdiendo su miedo al médico. Se dio cuenta de que el doctor Pablo era alguien amable y cariñoso, dispuesto a ayudarlo a él y a todos los animales del pueblo.

Después de un rato, llegaron buenas noticias: el pajarito se recuperaría pronto gracias al cuidado del doctor Pablo. Alfonso estaba feliz de haber podido ayudar.

Desde ese día, cada vez que tenía una cita con el médico humano, Alfonso recordaba la amabilidad y el cariño del doctor Pablo. Ya no tenía tanto miedo y sabía que estaba en buenas manos. Con el tiempo, Alfonso se convirtió en un niño valiente y curioso.

Aprendió a confiar en los médicos y comprendió que ellos estaban allí para cuidar de su salud. Y así, Alfonso continuó explorando el mundo con una sonrisa en su rostro, sin temor al médico porque había descubierto que ser valiente es enfrentar nuestros miedos y encontrar la calma en lugares inesperados.

FIN.

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