Alice y el pincel encantado



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y flores de todos los colores, una niña llamada Alice. Desde muy pequeña, a Alice le apasionaba la pintura.

Pasaba horas dibujando y coloreando en su cuaderno, creando mundos mágicos llenos de alegría y vida. Sin embargo, su madrastra no entendía esa pasión.

Para ella, lo único importante era que Alice ayudara con las tareas del hogar y estudiara para ser una buena esposa en el futuro. No le importaba que la pintura hiciera feliz a la niña. Un día, cansada de las prohibiciones de su madrastra, Alice decidió escaparse al bosque.

Allí se sentía libre para pintar todo lo que quisiera sin que nadie se lo impidiera. Mientras dibujaba un hermoso paisaje con árboles altos y pájaros cantando, escuchó una voz dulce que la sorprendió.

"¡Vaya! ¡Qué bonito dibujo!", dijo una ardilla parlanchina que se acercó curiosa a ver el trabajo de Alice. La niña sonrió emocionada al ver a la simpática ardilla y juntas comenzaron a charlar animadamente sobre arte y creatividad.

La ardilla le contó a Alice sobre un antiguo mago del bosque que concedía deseos a aquellos que demostraban tener un corazón puro y valiente. Intrigada por esta historia, Alice decidió emprender un viaje hacia lo más profundo del bosque en busca del mago.

Durante su travesía se encontró con diversos desafíos: un río caudaloso que debió cruzar usando su ingenio; un puente roto que reparó con ramas y hojas; e incluso una manada de lobos hambrientos a los cuales logró ahuyentar con sus coloridos dibujos.

Finalmente, llegó ante la morada del mago: una cabaña hecha de cristales brillantes donde reinaba la luz multicolor. El anciano mago salió a recibirla con amabilidad y le preguntó cuál era su deseo más profundo. "Quiero poder pintar libremente sin restricciones ni impedimentos", respondió Alice con determinación.

El mago asintió sabiamente y extendió su mano sobre los pinceles de la niña. En ese instante, estos cobraron vida propia y comenzaron a danzar en el aire creando figuras increíbles e inimaginables.

"Tu pasión por el arte es tu mayor tesoro, querida Alice. Que nunca nadie te prive de ella", pronunció el mago antes de desvanecerse en un destello dorado.

De regreso al pueblo, Alice descubrió maravillada que podía pintar no solo en lienzos sino también en paredes grises transformándolas en murales llenos de vida y color. Su madrastra quedó anonadada al ver semejante talento brotar de su hijastra e incapaz ya de detenerla permitió que siguiera pintando libremente.

Y así fue como gracias a su valentía y amor por el arte, Alice logró superar las adversidades impuestas por su madrastra encontrando finalmente la libertad para expresarse plenamente a través de sus maravillosas creaciones.

FIN.

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