Alicia en el País de las Maravillas



Era una soleada tarde en el jardín de su casa, cuando Alicia, una niña curiosa de cabellos dorados, decidió seguir a un conejo que hablaba. "¡Apúrate! ¡Nunca llegaré a tiempo!"- dijo el conejo, mientras se escabullía entre la hierba. Sin pensarlo dos veces, Alicia corrió tras él y, de repente, cayó en un pozo profundo y oscuro.

Al caer, sintió una mezcla de miedo y emoción. Cuando finalmente aterrizó, se encontraba en un mundo completamente diferente, lleno de colores brillantes y criaturas extrañas. "¿Dónde estoy?"- se preguntó. Al levantarse, dio unos pasos y se encontró con un gato de sonrisa amplia. "Bienvenida, Alicia. Estoy el Gato de Cheshire. Aquí todo puede suceder, pero ten cuidado con la Reina de Corazones. ¡Es bastante mala!"-

Intrigada, Alicia decidió explorar ese lugar mágico. Mientras caminaba, se topó con un grupo de cartas de juego que jugaban al croquet. "¡Hola! ¿Puedo unirme?"- preguntó. Las cartas la miraron con sorpresa. "¡Claro! Pero ten cuidado, si te ve la reina..."- advirtió una de ellas.

Alicia jugó por un rato, disfrutando del juego. Sin embargo, la reina apareció repentinamente, gritando: "¡Que alguien le quite la cabeza!"- Alicia sintió un escalofrío. "¿Por qué es tan mala?"- se preguntó a sí misma. Decidida a cambiar las cosas, se acercó a la reina. "¿Por qué no puedes ser amable?"-

La reina la miró con desdén. "¡Porque soy la reina!"- respondió bruscamente. Pero algo en la determinación de Alicia hizo que se detuviera. "Siempre he gobernado con miedo, pero quizás, un poco de bondad no haría daño"- reflexionó la reina, sorprendida por la valentía de la niña.

Alicia sintió que había una chispa de esperanza. Entonces, propuso un trato: "Si me dejas enseñarte sobre la amistad y la amabilidad, te prometo que haré todo lo posible para que la gente te respete y te quiera"-. La reina, intrigada, aceptó.

Así comenzó un día lleno de risas, en el que Alicia enseñó a la reina cómo jugar a ser amiga. Jugaron, se divirtieron, y por primera vez, la reina rió. "Esto no es tan malo después de todo. Quizás pueda ser diferente"- pensó, mientras comenzaba a cambiar su actitud.

Al final del día, Alicia había enseñado a la reina que ser amable no significaba ser débil. La reina sonrió y dijo: "Gracias, Alicia. Has cambiado mi forma de ver las cosas. Aunque soy la reina, a partir de ahora, seré la Reina de Corazones amable"-.

Contenta, Alicia se despidió de la reina y el país de las maravillas. Con un giro y un salto, volvió a caer por el pozo, aterrizando de nuevo en su jardín. Mirando al cielo, sonrió, sabiendo que incluso en los lugares más extraños, la bondad y la amistad siempre pueden hacer una diferencia.

FIN.

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