Alicia en el país de las pesadillas



En un cálido y soleado día, Alicia decidió explorar el bosque que se encontraba cerca de su casa. Mientras caminaba, una extraña luz proveniente de un arbusto atrajo su atención. Con curiosidad, se acercó y, al apartar las ramas, encontró un pequeño espejo brillante.

- ¡Qué hermoso espejo! - exclamó Alicia, estirando la mano hacia él.

Al tocar el espejo, un torbellino de colores giró a su alrededor y, de repente, se encontró en un lugar oscuro y nebuloso. El aire estaba cargado de un misterioso silencio y la sensación de que algo extraño la observaba. Alicia se dio cuenta de que había llegado al país de las pesadillas.

De inmediato, oyó un susurro:

- ¿Alicia? ¡Eres tú! - La voz provenía de un pequeño conejo blanco que parecía muy preocupado.

- ¿Dónde estoy? - preguntó asustada Alicia.

- Estás en el país de las pesadillas, y si no haces algo pronto, quedarás atrapada aquí para siempre. - dijo el conejo.

- ¿Cómo puedo salir? - inquirió Alicia, sintiendo que el miedo comenzaba a apoderarse de ella.

- Necesitamos encontrar a la Reina de los Sueños. Ella tiene el poder de liberarte, pero primero tendrás que superar tus propios miedos. - explicó el conejo.

Así, Alicia siguió al conejo a través de un camino serpenteante. A medida que avanzaban, se encontrarán con figuras de sus peores pesadillas: sombras danzantes, una enorme serpiente de colores que susurraba al oído, y un espacio cubierto de niebla que parecía gritar. Alicia podía sentir cómo su corazón latía más rápido, y sus manos temblaban de miedo.

- ¡Debemos seguir adelante! - animó el conejo. - Cada vez que enfrentes uno de tus miedos, te volverás más fuerte.

Alicia, aunque temerosa, decidió intentar enfrentar lo que se presentó. Se acercó a las sombras danzantes y, en lugar de correr, se puso a dibujar en el suelo con una ramita. Las sombras se detuvieron, sorprendidas, y comenzaron a moverse al ritmo de sus dibujos, convirtiéndose en figuras juguetonas.

- ¡Mirá, Alicia! - dijo el conejo con alegría. - Has convertido tu miedo en alegría. Sigue así.

Continuaron su viaje, y pronto se toparon con la serpiente de colores.

- ¡Vete! - gritó Alicia, pero luego recordó lo que el conejo le había dicho. - O… ¿puedo preguntarte algo?

La serpiente, sorprendida por la valentía de Alicia, respondió:

- Claro, pequeña. ¿Qué deseas saber?

- ¿Por qué asustás a los demás? - preguntó con valentía.

- Porque me siento sola, y quiero compañía. - contestó la serpiente.

Alicia sintió compasión por la serpiente. Se acercó despacio y le dijo:

- ¿Te gustaría jugar con nosotros?

La serpiente, sorprendida, aceptó, y pronto el grupo se unió, creando una hermosa danza que iluminó el oscuro lugar.

Después de un rato, llegaron a una colina donde podían ver un hermoso castillo brillando en la distancia. Alicia sintió que su miedo estaba desapareciendo. -

- ¡Esa debe ser la casa de la Reina de los Sueños! - dijo el conejo emocionado.

Al llegar al castillo, se encontraron con la Reina, quien estaba rodeada de estrellas y luces brillantes.

- Bienvenida, Alicia. He estado observando tu viaje. Has enfrentado tus miedos y te has hecho más fuerte. - dijo la Reina con una voz suave.

- Quiero regresar a casa, pero tengo miedo de volver a mis pesadillas. - confesó Alicia.

- A partir de ahora sabrás que tus pesadillas son parte de ti, pero tú siempre puedes convertirlas en algo hermoso, así como lo hiciste en tu camino aquí. - explicó la Reina.

Alicia se sintió llena de confianza. - Tengo el poder de enfrentar mis miedos y convertirlos en sueños. - dijo, sonriendo.

La Reina sonrió a su vez y, con un gesto de su mano, abrió un portal de luz. - Al atravesar este portal, volverás a casa. Pero recuerda, sigue siempre adelante y nunca te rindas ante tus miedos. -

Alicia dio un paso hacia el portal y, en un parpadeo, se encontró de vuelta en el bosque, rindiendo homenaje a su espejo brillante. Comprendió que a partir de ese día, los miedos no la dominarían, pues ella tenía el poder de transformarlos en algo maravilloso.

Y así, con una gran sonrisa, corrió a casa, lista para otro día lleno de aventuras.

FIN.

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