Alicia en el País de las Pesadillas
Una tarde nublada, mientras Alicia miraba por la ventana, un fuerte viento comenzó a soplar. De repente, una hoja brillante voló hacia ella y la arrastró al horizonte. Al caer, se dio cuenta de que estaba en un lugar extraño y oscuro, lleno de sombras alargadas y susurros misteriosos. Era el País de las Pesadillas.
Alicia, aunque asustada, decidió que debía ser valiente y seguir adelante. Mientras caminaba, se encontró con un Ratoncito que parecía estar muy preocupado.
"¡Hola! ¿Por qué estás tan triste?" - preguntó Alicia con curiosidad.
"¡Oh, querida! En este lugar, las pesadillas siempre están a la espera, y temo que alguien me las traiga" - le respondió el Ratoncito con un suspiro.
"No debes tener miedo. Quizás podamos enfrentarlas juntos" - dijo Alicia, decidida a ayudar. Juntos, se adentraron en el bosque, donde las sombras parecían moverse y las risas burlonas resonaban en el aire.
De pronto, se encontraron con la Sombra del Desasosiego.
"¿Quiénes son ustedes?" - preguntó con una voz profunda y eco.
"Soy Alicia, y este es mi amigo el Ratoncito. Venimos a hacerle frente a las pesadillas" - respondió Alicia con firmeza.
La Sombra del Desasosiego se rió entre dientes y dijo:
"¿Creen que pueden vencerme? Soy la que trae los miedos más profundos. "
"Tal vez, pero si nos unimos, la fuerza de la amistad puede ser más poderosa que el miedo" - insistió Alicia.
Intrigada, la Sombra se quedó callada. Alicia aprovechó para contarle sobre las maravillas del mundo real, sobre el sol, las risas y la alegría de tener amigos que te apoyan.
"Eso suena... interesante" - admitió la Sombra, que empezó a achicarse.
Alicia y el Ratoncito continuaron su camino, y así se encontraron con la Araña de los Recuerdos.
"¿Qué hacen aquí, intrusos?" - preguntó con una voz suave pero firme.
"Venimos a descubrir las pesadillas y aprender a enfrentarlas" - respondió Alicia.
La Araña sonrió y les dijo:
"Las pesadillas están hechas de recuerdos olvidados y temores desgastados. Si quieren deshacerlas, deben recordar lo bueno de su vida".
Alicia se puso a pensar y recordó su cumpleaños, el día que aprendió a montar en bicicleta y cada risa compartida con sus amigos. Y así comenzó a narrar sus recuerdos en voz alta, mientras el Ratoncito la seguía, sumándose a la memoria de momentos felices.
"¡Esto es increíble!" - exclamó la Araña "¡Sigan así!"
Con cada recuerdo, la oscuridad del lugar empezó a despejarse, hasta que un rayo de luz se coló, iluminando el camino.
Finalmente, llegaron al Castillo del Temor, donde vivía la Furia de las Pesadillas. La habitación estaba oscura y llena de gritos.
"¡Alto!" - gritó Alicia, "¡No tienes por qué asustarte! Todas las pesadillas solo quieren hacerte sentir mal. Pero nosotros somos más y podemos enfrentarlas".
La Furia, desconcertada, preguntó:
"¿Cómo lo harían?"
"Con amor, amistad y recuerdos felices" - respondió el Ratoncito, temblando pero decidido.
Juntos, Alicia y su amigo comenzaron a contar historias y reír, llenando la estancia con alegría. Sorprendentemente, las pesadillas comenzaron a desvanecerse, dejando lugar a colores brillantes y sonrisas.
Finalmente, la Furia de las Pesadillas lloró:
"No quería asustar, solo quería que me prestaran atención. Pero nunca imaginé que se podía enfrentar con alegría y amor."
Al escuchar eso, Alicia se acercó a ella.
"¿No preferirías hacer amigos en lugar de ser temida?" - le preguntó con amabilidad.
La Furia asintió, y junto a la Sombra y la Araña, decidieron unirse al grupo de Alicia y el Ratoncito, prometiendo hacer del País de las Pesadillas un lugar mejor.
Y así, con el corazón lleno de valor y nuevas amistades, Alicia se despidió del País de las Pesadillas, llevando consigo la certeza de que el amor y la alegría siempre vencerán al miedo. Al despertar, se sintió más valiente que nunca.
Desde aquel día, siempre recordaría la aventura en el País de las Pesadillas y enseñaría a otros que, a veces, los miedos solo son sombras esperando ser iluminadas con el amor de una buena amistad.
FIN.