Alicia y el Bosque de los Sueños
El sol lucía radiante aquella mañana en el cielo. Alicia, una hermosa niña de cabellos ruvios como oro, había decidido ir a pasear con su hermana, Clara. Ambas se dirigieron hacia el bosque que quedaba cerca.
"¿Vamos a explorar el bosque?" -propuso Alicia, mirando con curiosidad los altos árboles y las flores de colores brillantes.
"Sí, pero no te alejes demasiado" -respondió Clara, siempre protectora.
Mientras caminaban, Alicia notó un brillo extraño entre los árboles. Intrigada, se acercó.
"Mirá, Clara, ¿qué será eso?" -dijo señalando un pequeño destello dorado.
Clara, al darse cuenta del entusiasmo de su hermana, la siguió. El brillo se transformó en una mariposa dorada que voló velozmente, invitándolas a seguirla.
"¡Vamos!" -exclamó Alicia, corriendo tras la mariposa.
A medida que se adentraban en el bosque, el lugar se volvía más mágico. Los árboles hablaban entre sí, y las flores reían al tocar el suelo.
"¿Viste eso?" -preguntó Clara, maravillada.
Alicia asintió, con los ojos más grandes que nunca.
Pronto, la mariposa llevó a las niñas a un claro donde había una mesa de té. En la mesa, se sentaban un Conejo de Chaqueta y un Sombrerero. Ambos las miraron con sorpresa.
"¡Bienvenidas!" -dijo el Conejo.
"¿Quieren un poco de té?" -preguntó el Sombrerero, con una amplia sonrisa.
"Sí, por favor" -respondió Alicia, emocionada.
Mientras disfrutaban del té, el Conejo compartió una historia sobre el Bosque de los Sueños.
"En este bosque, los sueños pueden hacerse realidad, ¡pero solo si uno se atreve a seguirlos!" -dijo el Conejo, mientras movía su oreja derecha.
Alicia frunció el ceño.
"¿Y cómo se hace eso?" -preguntó.
"Cree en ti misma y nunca dejes de intentar, no hay límites en este lugar" -dijo el Sombrerero, sirviendo más té.
Intrigada, Alicia no podía esperar a descubrir más.
"Quiero encontrar mi sueño, ¿me acompañan?" -les pidió a sus nuevos amigos.
"Claro, pero primero debes pasar tres pruebas de valentía y curiosidad" -respondió el Conejo.
Las pruebas eran sencillas pero desafiantes. La primera consistía en ayudar a una ardilla a encontrar su nuez perdida.
"¡Yo puedo ayudar!" -gritó Alicia, y empezaron a buscar entre los arbustos.
Después de un rato, encontraron la nuez escondida detrás de un árbol.
"¡Gracias!" -dijo la ardilla con una sonrisa.
La segunda prueba era cruzar un río en un tronco flotante.
"No puedo hacer esto, soy muy pequeña" -dijo Alicia, dudando.
"Recuerda, no hay límites en este bosque" -le recordó Clara.
Con determinación, Alicia se subió al tronco y, con un poco de equilibrio, logró cruzar.
"¡Lo logré!" -gritó con alegría.
La última prueba era la más desafiante: tenía que enfrentar su miedo a la oscuridad en una cueva.
"Voy a intentar, aunque me asuste" -dijo, apretando los dientes.
"Estamos contigo, siempre" -le aseguró Clara, tomando su mano.
Alicia respiró profundo y entró en la cueva. Poco a poco, se acostumbró a la oscuridad y vio que la cueva estaba llena de luces brillantes.
"¡Mirá!" -exclamó en asombro. Era un espectáculo de luciérnagas danzantes.
Al salir, el Conejo y el Sombrerero la esperaban.
"Has demostrado valentía y curiosidad, ¡felicitaciones!" -dijo el Conejo.
"Ahora, ¿cuál es tu sueño, Alicia?" -preguntó el Sombrerero.
Alicia sonrió, pensando en su deseo de ser una gran exploradora.
"Quiero conocer todos los lugares y ayudar a los demás a soñar" -dijo con firmeza.
"Entonces, ¡adelante! El Bosque de los Sueños siempre estará en tu corazón" -respondió el Conejo.
Con esa luz en su alma, Alicia y Clara se despidieron del bosque, prometiendo que volverían.
A medida que se alejaban, Alicia sentía que su sueño había comenzado. No había límites para lo que podía alcanzar.
FIN.