Alicia y el gato valiente


Alicia era una niña alegre y curiosa que siempre estaba en busca de nuevas aventuras. No le tenía miedo a nada, ni siquiera a las supersticiones.

"Eso es solo una tontería", decía cada vez que alguien le hablaba de malos augurios. Pero un día, todo cambió. Era viernes 13 y Alicia se dirigía a casa después de la escuela cuando algo llamó su atención. Un gato negro cruzó su camino justo delante de ella.

Alicia sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo y por primera vez en su vida, comenzó a creer en las supersticiones. Esa noche, mientras cenaban en familia, Alicia no podía dejar de pensar en lo sucedido con el gato negro.

Su mamá notó la preocupación de su hija y le preguntó qué ocurría. "- Mamá, hoy se me cruzó un gato negro en mi camino", dijo Alicia con voz temblorosa.

"- Sí, es cierto que hay muchas personas que creen que eso trae mala suerte", respondió la mamá con una sonrisa tranquilizadora. Alicia no pudo dormir esa noche pensando en todas las posibilidades negativas que podrían pasarle por haberse cruzado con ese gato negro.

Al día siguiente, llegó al colegio muy desanimada y sin ganas de hacer nada. Sus amigos notaron que algo andaba mal y le preguntaron qué pasaba.

"- Ayer se me cruzó un gato negro", les contó Alicia entre lágrimas "- Y ahora tengo miedo porque dicen que eso trae mala suerte". Los amigos intentaron consolarla pero no pudieron calmar su miedo. Esa tarde, cuando volvía a casa, Alicia decidió tomar un camino diferente al habitual para evitar cualquier encuentro con animales negros.

Pero en su nueva ruta se encontró con algo aún peor: unos chicos mayores que la comenzaron a molestar y empujar. Alicia trató de correr pero no pudo escapar.

Fue entonces cuando recordó las palabras de su mamá: "No hay nada que temer si no haces nada malo". Alicia se armó de valor y enfrentó a los chicos mayores, diciéndoles que lo que hacían estaba mal y pidiéndoles que la dejaran en paz.

Los chicos se sorprendieron por la valentía de Alicia y finalmente la dejaron tranquila. De regreso en casa, Alicia le contó todo a su mamá y juntas reflexionaron sobre lo ocurrido.

La mamá le explicó que muchas veces el miedo nos impide actuar correctamente y nos hace perder oportunidades importantes. "- Nunca te rindas ante el miedo", dijo la mamá "- Siempre recuerda que eres fuerte y capaz de superar cualquier obstáculo".

Desde ese día, Alicia aprendió una importante lección: no hay nada más poderoso que nuestra propia fuerza interior para vencer nuestros miedos. Y aunque todavía tenía ciertas supersticiones, ya no permitiría que ellas controlaran su vida ni sus decisiones.

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