Alicia y el Jardín de Sueños



Había una vez una viejita muy especial llamada Alicia. Vivía en una casita pequeña con un jardín lleno de flores de todos los colores. La gente del barrio siempre decía que el jardín de Alicia era un lugar mágico, pero nadie sabía por qué.

Un día, un niño llamado Tomi, que vivía cerca, decidió acercarse a la casita de Alicia. Siempre había sentido curiosidad por lo que sucedía en ese jardín. La viejita estaba regando sus plantas cuando lo vio.

"¡Hola, nene! ¿Quieres ayudarme a regar las flores?" - le invitó con una sonrisa.

Tomi, emocionado, aceptó la invitación.

"Sí, ¡me encantaría! Las flores se ven hermosas, ¿por qué son tan especiales?" - preguntó el niño.

"Cada una de ellas tiene un sueño, querido. Las cuido para que crezcan fuertes y radiantes, así como los sueños de las personas" - respondió Alicia, mientras su jardinera se iluminaba con su mirada.

Tomi la miró confundido.

"¿Cómo puede una flor tener un sueño?" - inquirió.

"Todo en este mundo tiene un sueño, desde las flores hasta los niños como vos. Solo hay que creer en ellos y cuidarlos con amor" - explicó Alicia.

Intrigado, Tomi decidió que quería conocer los sueños de las flores.

"¿Puedo ayudar a que las flores cumplan sus sueños?" - preguntó ansiosamente.

"Claro que sí, Tomi. Cada día, elegiremos una flor y la ayudaremos a cumplir su sueño. ¿Te parece bien?" - propuso Alicia.

Así fue como comenzaron su aventura. Cada día, Tomi y Alicia se reunían para regar el jardín y descubrir los sueños. Un día, eligieron una margarita.

"Esta margarita quiere conocer el mar, ¡le encanta escuchar las historias de las olas!" - dijo Alicia.

"¡Vamos a llevarla al mar!" - exclamó el niño, entusiasmado.

Alicia sonrió.

"Hay que ser creativos, Tomi. Empecemos por hacer un barco de papel. ¿Te animás?" - propuso.

Tomi se puso a trabajar y, cuando terminó, el pequeño barco de papel era la cosa más hermosa que había visto.

"Ahora, le pondremos a la margarita a bordo y le contaremos historias sobre el mar. ¿Cómo te suena?" - sugirió Alicia.

"¡Me encanta!" - respondió Tomi. Al caer la tarde, sentados en el jardín, comenzaron a contarle historias a la flor, mientras el viento la acariciaba suavemente.

Los días siguieron, y por cada flor que cuidaban, se volvían más creativos. Había una flor violeta que soñaba con ser una estrella.

"Esta flor quiere brillar en el cielo. ¡Vamos a hacer una fiesta de estrellas!" - dijo Tomi, y Alicia apoyó su idea.

Prepararon un rincón del jardín con luces, decoraciones y música. Invitaron a todos los niños del barrio.

El día de la fiesta, las risas y los juegos llenaron el jardín.

"¡Esta fiesta es para vos, flor violeta!" - gritó Tomi.

Y esa flor, gracias al amor y la creatividad de los niños, ¿adivinen qué? Brilló con todos sus colores.

Alicia y Tomi siguieron cuidando su jardín y ayudando a las flores a cumplir sus sueños. Aprendieron sobre trabajo en equipo, creatividad y, sobre todo, la importancia de cuidar los sueños.

Al pasar el tiempo, Tomi se hizo un joven lleno de ideas y amor por la naturaleza. Alicia sonreía al ver cómo su jardín no solo florecía, sino que llenaba de esperanza a todos los que lo visitaban.

Y así, el jardín de Alicia seguía siendo mágico, un lugar donde los sueños, grandes y pequeños, siempre encontraban un camino para brillar.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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