Alicia y el Laberinto de Espejos



Alicia se encontraba, por enésima vez, atrapada en un juego de cartas. Con un mazo en la mano y los ojos bien abiertos, intentaba seguir las reglas de un mundo que parecía cambiar de forma a cada instante. Sin embargo, cuando iluminó su farolito, se dio cuenta de que se encontraba en un laberinto de espejos. Las superficies brillantes y relucientes la rodeaban, reflejando su propia imagen, pero también la de algo más.

- ¡Hola! -susurró un Conejo que apareció en una de las reflexiones.

- ¿Quién sos? -preguntó Alicia, intrigada.

- Soy el Conejo que se pregunta sobre el sentido del ser. -respondió con seriedad. - En esta realidad, una vez creí que el tiempo era mi amigo, pero ahora sé que juega cartas y me confunde.

Alicia sintió que la experiencia se volvía más profunda. En un rincón, un Gato con sonrisa juguetona apareció en otro espejo.

- ¿Y qué hay del sentido del ser? -preguntó Alicia, desconcertada.

- El sentido del ser, pequeña aventurera, es un juego de espejos. -dijo el Gato, sus ojos brillando como dos luceros. - ¿Acaso no ves que cada elección que tomas crea una nueva posible realidad?

A medida que se adentraba en el laberinto, las reflexiones comenzaban a hablarle. En un espejo, vio a una versión de sí misma riéndose con sus amigos, en otro, una niña que leía un libro bajo un árbol gigante y florido. Cada imagen era un microcosmos de lo que pudiera ser su vida en otras circunstancias.

- ¿Por qué tan seria, pequeña? -preguntó el Conejo. - La vida es un juego lleno de posibilidades. Cada carta que eliges puede llevarte a un nuevo camino.

Alicia recordó el mazo de cartas que aún sostenía.

- ¿Y si elijo mal? -dijo, un poco asustada.

El Gato sonrió, mostrando sus afilados dientes: - No hay elección que sea incorrecta, solo diferentes caminos. Lo importante es disfrutar del viaje, no solo del destino.

Inspirada por sus palabras, Alicia decidió que ya no temería a lo desconocido. Siguió caminando entre los espejos y encontró su reflejo más valiente. Con una sonrisa, lanzó sus cartas al aire, dejando que el destino las llevara.

Con cada lanzamiento una nueva historia comenzaba. En una, formó un club de amigos aventureros; en otra, descubrió un mundo florido donde podía volar. En el conjunto de reflejos, un sinfín de posibilidades se desplegaba ante ella, mostrando que la curiosidad y el valor eran sus mejores compañeros.

- ¿Ves? -dijo el Conejo, mientras bailaba entre los espejos. - No importa el resultado, lo que importa es que elegiste despejar el camino.

Al final del laberinto, encontró una salida. Afuera, la luz del sol iluminaba su rostro y el aire fresco llenaba sus pulmones. Con una nueva perspectiva sobre el mundo, sabía que siempre habría otras realidades, y no había límites a sus propias aventuras.

- ¡Gracias! -gritó Alicia hacia el laberinto. - ¡El viaje es tan importante como el destino!

Y así, entre risas y juegos, Alicia se adentró en el mundo real, lista para crear su propia historia, con cartas en mano y una brillante sonrisa en su rostro, lleno de curiosidad y valentía, dispuesta a descubrir cuántas más realidades podía construir.

Fin.

FIN.

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