Alicia y el viaje a lo desconocido



Había una vez una niña llamada Alicia, a la que le encantaba explorar y descubrir cosas nuevas. Un día, mientras paseaba por el campo, vio un conejo blanco con un reloj de bolsillo corriendo apresuradamente.

Curiosa como era, decidió seguirlo y se adentró en un mundo mágico lleno de criaturas extrañas y paisajes fantásticos. Alicia se encontró con el Conejo Blanco en un prado lleno de flores brillantes.

El conejo estaba nervioso y murmuraba para sí mismo: "¡Oh no, llego tarde!". Sin pensarlo dos veces, Alicia lo siguió hasta que cayó por un agujero muy profundo que la llevó a caer en caída libre durante lo que parecieron horas.

Al finalizar su vertiginoso descenso, Alicia aterrizó suavemente sobre un montón de hojas secas en medio de un bosque encantado. Se levantó y miró a su alrededor sorprendida al ver árboles con ojos parlantes y setas gigantes cantando canciones alegres.

De repente, apareció frente a ella el Gato de Cheshire, con su sonrisa traviesa flotando en el aire. "Hola Alicia, bienvenida al país de las maravillas", dijo el gato misterioso. - "¿D-d-donde estoy?", preguntó Alicia titubeante.

"Estás en un lugar donde todo es posible si te atreves a creer en ti misma", respondió el Gato desvaneciéndose lentamente. Decidida a encontrar una forma de regresar a casa, Alicia emprendió su viaje por ese mundo surrealista.

En su camino se topó con personajes peculiares como el Sombrerero Loco y la Reina de Corazones, quienes le enseñaron lecciones valiosas sobre la importancia del valor propio y la confianza en uno mismo. Con cada desafío superado, Alicia se volvía más fuerte y segura de sí misma.

Aprendió que los obstáculos no eran más que oportunidades disfrazadas para crecer y aprender algo nuevo. Descubrió que la verdadera magia residía dentro de ella misma todo ese tiempo.

Finalmente, después de vivir increíbles aventuras y hacer amigos inolvidables como el Conejo Blanco y el ratón Dormilón; Alicia encontró una puerta dorada custodiada por dos imponentes leones alados. Con determinación golpeó tres veces la puerta con fuerza esperando lo mejor...

La puerta se abrió lentamente revelando una luz brillante del otro lado. Era hora de regresar a casa pero esta vez Alice sabía que siempre tendría consigo las experiencias vividas en ese mundo extraordinario para recordarle cuán valiente podía ser cuando confiaba en sí misma.

Y así fue como Alicia regresó a casa llevando consigo no solo recuerdos maravillosos sino también la certeza absoluta de que siempre podría enfrentar cualquier desafío que se cruzara en su camino gracias a la fortaleza interior descubierta durante su viaje por aquel país asombroso.

"

FIN.

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