Alisha y el misterioso reloj del abuelo
Alisha era una niña curiosa que siempre se preguntaba cómo sería vivir en el pasado. Su abuelo, un hombre sabio y lleno de historias, solía contarle fascinantes relatos sobre Montevideo en sus tiempos.
Un día, mientras revolvía el desván de su abuelo, Alisha encontró un viejo reloj de bolsillo. Al abrirlo, descubrió que las manecillas del reloj no estaban fijas, sino que giraban sin control. Intrigada, Alisha decidió preguntar a su abuelo sobre el misterioso reloj.
-Abuelo, ¿qué es este reloj tan especial que encontré? - preguntó Alisha con ojos brillantes de emoción.
El abuelo, sonriendo, le contó que ese reloj era un objeto mágico que su bisabuelo le había regalado, y que según la leyenda familiar, tenía el poder de transportar a quien lo poseyera a cualquier momento del pasado.
Alisha no podía creerlo, ¿un reloj capaz de viajar en el tiempo? -Abuelo, ¿podría usarlo para ir a Montevideo en el pasado y ver cómo era realmente? - preguntó Alisha con ansias. El abuelo, sabiendo la curiosidad y el amor de su nieta por la historia, accedió a enseñarle cómo usar el reloj.
Le advirtió que solo podría usarlo una vez y que debía tener cuidado de no intervenir en los hechos del pasado. Siguiendo las instrucciones del abuelo, Alisha ajustó las manecillas del reloj ligeramente hacia atrás y de repente, sintió una fuerte ráfaga de viento que la envolvió.
Cuando la brisa cesó, Alisha se encontraba en una calle empedrada de Montevideo, rodeada de casas antiguas y de gente vestida con trajes de otra época. La emoción le recorría el cuerpo, pero recordando las advertencias de su abuelo, se limitó a observar en silencio.
Alisha pudo presenciar la vida cotidiana de la Montevideo de antaño: los mercados bulliciosos, los coches de caballos transitando las calles, y la gente disfrutando de bailes al aire libre.
Finalmente, las manecillas del reloj comenzaron a moverse por sí solas, indicando el momento de regresar. Alisha volvió a sentir la ráfaga de viento y, de repente, se encontró de vuelta en el desván de su abuelo. emocionada, corrió a abrazar a su abuelo, agradeciéndole por la maravillosa experiencia que le había permitido vivir.
A partir de ese día, Alisha siguió investigando sobre la historia de Montevideo, pero con una nueva perspectiva, sabiendo que, de alguna manera, había sido testigo del pasado.
Y cada vez que miraba el misterioso reloj del abuelo, recordaba la importancia de valorar el presente, aunque siempre es divertido aprender del pasado.
FIN.