Alison y el Bosque Esmeralda
Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Alison, quien adoraba el color verde más que nada en el mundo. Su habitación estaba decorada con hojas, plantas y juguetes de todos los tonos verdes que tú pudieras imaginar. Un soleado día de primavera, mientras exploraban el patio, Alison encontró algo inusual: una luz brillante que emanaba de una esquina. Intrigada, se acercó y, sin pensarlo dos veces, cruzó lo que parecía ser un portal.
- ¡Guau! - exclamó Alison al entrar.
De repente, se vio rodeada de un bosque hermoso. Todo a su alrededor era verde; los árboles tenían hojas brillantes, el césped era suave como una alfombra y las flores parecían esmeraldas.
- ¡Hola! - gritó una vocecita.
Alison se dio vuelta y vio a un pequeño duende de pelo verde y ojos chispeantes.
- ¡Hola! Soy Lira, el guardián de este bosque - dijo el duende - ¿Cómo llegaste aquí?
- Encontré un portal en mi patio - respondió Alison emocionada.
- Este es el Bosque Esmeralda. Aquí, los colores cobran vida, y la naturaleza nos habla a través de las flores, los árboles y los ríos - explicó Lira con una sonrisa amplia.
Alison estaba maravillada. Juntos comenzaron a recorrer el bosque. De pronto, se encontraron con un lago cristalino, donde los peces nadaban en sincronía, formando figuras deslumbrantes.
- ¡Mirá! ¡Es un baile! - dijo Alison, saltando de alegría.
- ¡Sí! Pero hay algo que no podemos dejar pasar - dijo Lira, frunciendo el ceño. - Desde hace tiempo, hay una sombra que se cierne sobre este bosque. Un dragón ha hecho su hogar en la parte más profunda y ha empezado a interrumpir la armonía.
- ¿Cómo podemos ayudar? - preguntó Alison, decidida.
- La única forma de calmar al dragón es con una melodía especial que solo se encuentra en la Flor de Oro, que crece en la cima de la Montaña Brillante. Ella misma emite esa música - explicó Lira.
Alison, sin dudarlo, decidió que iría tras la Flor de Oro. Juntos partieron hacia la montaña. En el camino, encontraron una gran roca que bloqueaba el paso.
- No puedo moverla - dijo Alison, frunciendo el ceño.
- A veces, es mejor buscar otra perspectiva - sugirió Lira, y juntos rodaron algunas piedras alrededor de la roca.
Finalmente, lograron encontrar un camino alternativo y continuaron su aventura. Después de un largo recorrido, finalmente llegaron a la cima de la montaña, donde brillaba intensamente la Flor de Oro.
- ¡Mirá qué hermosa! - dijo Alison, mientras la flor parecía bailar al compás del viento. - ¿Cómo extraemos la melodía?
- Tienes que tocar sus pétalos con mucho amor - respondió Lira.
Alison, nerviosa pero decidida, presionó suavemente los pétalos dorados. Al instante, una melodía encantadora llenó el aire, como si la naturaleza misma estuviera cantando.
- ¡Lo logramos, Alison! - exclamó Lira.
Alison y Lira siguieron el sonido hasta llegar al nido del dragón. Al ver al dragón, Alison sintió un cosquilleo de miedo y valentía.
- Vamos a intentar calmarlo con la melodía - susurró Lira.
Con un profundo aliento, Alison comenzó a cantar la melodía de la Flor de Oro. Al principio, el dragón parecía molesto, pero poco a poco sus escamas comenzaron a relajarse, y una calma envolvió el lugar.
Una vez que el dragón escuchó la canción hasta el final, sus ojos se suavizaron.
- ¿Cuál es su nombre? - preguntó Alison, dándole valor a su voz.
- Sol, - respondió Lira. - El dragón se llama Sol y solo necesitaba que alguien le hablara.
- Hola, Sol. No quisimos molestarte. Solo venimos a traer paz. - dijo Alison con una sonrisa.
- Gracias - respondió el dragón con voz profunda pero tierna. - A veces me siento solo y me asusto.
La melodía había creado un puente entre ellos, y desde aquel día, Sol se convirtió en el protector del bosque, cuidando de todas las criaturas que vivían allí.
Alison sabía que era el momento de regresar a casa.
- Te voy a extrañar, Lira - dijo Alison mientras el duende sonreía.
- Siempre tendrás un lugar aquí. Vuelve cuando quieras; este bosque siempre será tu hogar. -
Alison cruzó el portal de regreso al patio de su casa, con un corazón lleno de alegría y nuevas amistades. Desde aquel día, comprendió que, a veces, todo lo que se necesita es un poco de mí, y un canto de amor para cambiar el mundo.
Y así, con su amor por el verde y su espíritu aventurero, Alison vivió muchas más aventuras, siempre recordando la importancia de cuidar y respetar la naturaleza que tanto adoraba.
FIN.