Allegra y los Caminos de Sueños



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cantarines, una niña llamada Allegra. Era curiosa y siempre tenía una sonrisa brillante, pero un día se sentó en la orilla del río, con el ceño fruncido.

- ¿Por qué estás tan triste, Allegra? - preguntó su amiga Luna, que se acercó saltando de piedra en piedra y parándose a su lado.

- No sé qué estudiar en el futuro. Mis amigas quieren ser médicas, ingenieras o bailarinas, pero yo... no tengo idea - respondió Allegra, mirando el agua fluir.

Luna se sentó junto a ella y, tras un silencio, dijo:

- ¿Y si te cuento un secreto? A veces, las cosas que más amamos aparecen cuando menos lo esperamos.

Curiosa, Allegra miró a Luna con atención.

- ¿De verdad? - preguntó.

- Sí. Vamos a buscar juntas algo que te inspire. - propuso Luna.

Las dos amigas salieron en busca de aventuras y, mientras caminaban por el bosque, encontraron a un viejo búho sabio posado en una rama.

- Buenas tardes, hombres del bosque - saludó el búho en tono solemne. - ¿Qué buscan?

- Estamos buscando inspiración para Allegra. Ella no sabe qué estudiar - explicó Luna.

El búho las miró fijamente.

- Para encontrar tu camino, primero tienes que conocerte a ti misma. - dijo el búho. - ¿Qué es lo que más te gusta hacer?

Allegra pensó por un momento, mientras el búho seguía observándola.

- Me gusta pintar y contar historias. Pero no sé si eso puede ser un futuro. - dijo ella, bajando la mirada.

- Claro que sí. ¡Las historias pueden ser grandes! Puedes ser escritora o artista. - exclamó el búho.

Esto hizo que Allegra se sintiera un poco mejor, pero aún no estaba segura.

- Pero hay tantas cosas en el mundo... - dudó.

- Entonces, exploremos más - dijo Luna. - Claro, sigamos buscando, pero aquí hay otro lugar.

Las chicas continuaron su paseo. De repente, escucharon un bullicio. Al acercarse, descubrieron un grupo de animales alrededor de un caballito de mar que estaba dando una función de acrobacia.

- ¡Guau! ¡Eso es impresionante! - exclamó Allegra con los ojos brillantes.

- ¿Ven? A veces puedes encontrar inspiración en los lugares más inesperados. - dijo Luna.

Allegra observó cómo los animales se reían y aplaudían, y luego se dio cuenta de que le encantaba ver a la gente (o animales, en este caso) disfrutar.

- Quizás puedo contar historias de bailarines y artistas... - murmuró.

- ¡Exactamente! Tus historias pueden llevar a otros a imaginar, a soñar. - dijo Luna emocionada.

Pero justo cuando Allegra comenzaba a entusiasmarse, escucharon a un ratón que se quejaba.

- ¡No puedo encontrar mi queso! - gritó el ratón angustiado.

Allegra y Luna se acercaron al pequeño roedor.

- ¿Cómo podemos ayudarte? - preguntó Allegra con ternura.

- Necesito que alguien me cuente un cuento para distraerme mientras busco. - dijo el ratón.

Allegra miró a Luna y luego se encogió de hombros. Se armó de valor y comenzó a contar un cuento. Inventó una historia sobre un valiente caballero que superó grandes desafíos para encontrar su tesoro.

A medida que Allegra contaba la historia, el ratón se fue calmando y se olvidó por un momento de su problema.

- ¡Es precioso! Eres una gran narradora. - le dijo el ratón con una sonrisa.

Allegra sintió una inmensa alegría al ver que su historia había hecho sonreír al ratón.

- Quizás contar historias es lo que realmente me gusta hacer. - musitó Allegra.

Y así, con el apoyo de su amiga y el descubrimiento de su propio talento, Allegra se sintió más fuerte. Desde ese día decidió que quería ser escritora.

- Nunca dejes de explorar, Allegra. El mundo está lleno de sorpresas y caminos por descubrir. - le recordó el búho cuando se despidieron.

Allegra volvió a casa sonriente, sabiendo que aunque el futuro era incierto, le esperaban muchas historias por contar. Y con cada palabra que escribiera, un poco más de su corazón se llenaría de esperanza y sueños.

Desde entonces, Allegra comenzó a llenar su cuaderno de cuentos y relatos, mostrando a todos que la falta de certezas puede ser solo una invitación a encontrarse a uno mismo.

FIN.

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