Alma, Toby y el Gatito Jaime



Alma era una niña llena de vida y alegría. Su mejor amigo era Toby, un perro de pelaje marrón y ojos chispeantes que siempre la acompañaba en sus aventuras. Juntos exploraban el parque, jugaban a buscar la pelota y se hacían compañía en cada rincón de su casa.

Una mañana soleada, Alma decidió llevar a Toby a dar un paseo por el parque.

"¡Vamos, Toby! Hoy es un día perfecto para jugar!"

Toby movió su cola emocionado y salió disparado detrás de su dueña.

Mientras corrían, vieron a otros perros jugando y a niños riendo. Alma se sintió tan feliz de compartir esos momentos con su fiel amigo. Pero, mientras jugaban a la pelota, algo inesperado sucedió. Toby, al ver un gato que se movía rápidamente entre los arbustos, se emocionó y corrió tras de él.

"¡Toby, vuelve!" - gritó Alma, pero ya era tarde; Toby ya había cruzado la calle para seguir al gato.

Alma sintió un nudo en el estómago. Miró angustiada como Toby se acercaba a la carretera. De repente, un auto apareció de la nada y ¡bam! Toby se detuvo bruscamente. Alma no podía creer lo que había sucedido. Corrió a su lado llenándose de lágrimas.

"¡Toby! ¡Por favor, despierta!" - decía mientras acariciaba su pequeño cuerpo. Pero Toby no se movía.

Estaba muy triste y su corazón se sentía pesado. En ese momento, de entre los árboles apareció un pequeño gatito. Tenía la pelaje atigrado y grandes ojos verdes que resplandecían bajo el sol.

"Hola, ¿estás bien?" - preguntó el gatito, acercándose a Alma, que le respondió con un sollozo.

"No, mi perro Toby se ha lastimado..."

El gatito, que se llamaba Jaime, la miró con dulzura y dijo:

"No te preocupes, estoy aquí para ayudarte. Sujétalo fuerte."

Jaime hizo un gesto extraño con su patita y, con un movimiento mágico, una luz brillante envolvió a Toby. Alma lo observaba con asombro.

"¿Qué estás haciendo?" - preguntó, con los ojos llenos de asombro.

"Estoy enviando mi energía para ayudarlo, como tú haces con el amor que le brindas. El amor puede sanar."

A medida que habló, la luz se volvió más intensa y, de repente, Toby comenzó a moverse. Alma sintió una mezcla de esperanza y alegría. El amor que sentía por su perro era poderoso.

"¡Toby! ¡Despertás!" - exclamó alegremente.

Toby se levantó balanceándose un poco, pero todo parecía estar bien. Alma lo abrazó, sintiendo el corazón lleno de amor.

"Gracias, Jaime. Eres un amigo muy especial. ¿Quieres quedarte con nosotros?"

"¡Claro! Pero también tenemos que enseñarle a Toby a no correr detrás de los autos", dijo Jaime con picardía.

"¡Sí! Podemos buscar un lugar seguro para jugar y seguir siendo felices juntos." - respondió Alma, sonriendo.

Desde ese día, no solo eran Alma y Toby, sino también Jaime. Juntos hicieron un pacto: siempre cuidarían unos de otros y nunca dejarían que la aventura los llevara hacia lugares peligrosos.

De esa manera, Alma aprendió que incluso en los momentos más difíciles, la felicidad puede renacer de la amistad y el amor. Y así, los tres vivieron felices, conociendo nuevos amigos y aventuras, sabiendo que siempre se cuidarían mutuamente.

FIN.

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