Álvaro aprende alemán con la Seño Isa
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegría, un niño llamado Álvaro que siempre había soñado con poder hablar alemán.
Le encantaba escuchar cómo sonaba ese idioma y soñaba con algún día poder comunicarse con fluidez en él. Un día, la Seño Isa, la maestra de Álvaro, se dio cuenta de su interés por el alemán y decidió ayudarlo a cumplir su sueño. "Álvaro, he notado lo mucho que te gusta el idioma alemán.
¿Te gustaría que te ayude a aprenderlo mejor?" - le preguntó la Seño Isa con una sonrisa. Álvaro no podía creerlo, ¡su maestra quería ayudarlo a aprender alemán! Estaba emocionado y asintió emocionado.
"¡Sí, sí! ¡Me encantaría!" - respondió Álvaro con entusiasmo. Desde ese día, la Seño Isa dedicó parte de su tiempo después de clases para enseñarle a Álvaro nuevas palabras en alemán.
Juntos practicaban la pronunciación y jugaban a armar oraciones simples en ese idioma. Con el paso de las semanas, Álvaro empezó a sentirse más seguro hablando en alemán. La Seño Isa lo alentaba y lo felicitaba por cada avance que lograba.
"¡Muy bien, Álvaro! ¡Estás haciendo grandes progresos!" - exclamaba la Seño Isa orgullosa. Un día, la escuela organizó un intercambio cultural con estudiantes alemanes. Todos los niños estaban emocionados de conocerlos y practicar sus habilidades lingüísticas.
Cuando llegaron los estudiantes alemanes, Álvaro no dudó en acercarse y comenzar una conversación en su idioma. "Guten Tag! Wie geht es dir?" - saludó Álvaro con una gran sonrisa. Los estudiantes alemanes se sorprendieron al escucharlo hablar tan bien su idioma y pronto entablaron una animada conversación.
La Seño Isa observaba orgullosa desde lejos. "¡Bravo, Álvaro! ¡Estoy impresionada!" - exclamó la maestra mientras se acercaba para felicitarlo. Álvaro estaba radiante de felicidad.
Gracias al apoyo y dedicación de la Seño Isa, había logrado mejorar considerablemente su nivel de alemán y hacer nuevos amigos internacionales. Desde entonces, Álvaro siguió practicando el idioma junto a la Seño Isa e incluso se convirtió en un pequeño embajador del idioma dentro de su escuela.
Siempre recordaría aquel gesto generoso de su maestra que le permitió cumplir su sueño de hablar alemán. Y colorín colorado este cuento ha terminado pero el aprendizaje continúa...
FIN.