Amaia y el Amor en la Escuela
Era un día soleado en la Escuela Primaria Arcoíris, donde colores brillantes adornaban los pasillos y sonrisas iluminaban cada rincón. Amaia, una niña curiosa y llena de energía, se preparaba para otro día de clases, sin imaginar que aquel día cambiaría su vida para siempre.
Al llegar a clase, Amaia notó a un nuevo compañero sentado en un rincón. Tenía el cabello rizado y unos ojos que destellaban como estrellas: se llamaba Lucas. Siempre había soñado con hacer nuevos amigos, pero la timidez le hacía un poco difícil acercarse.
"Hola, soy Amaia. ¿Te gustaría jugar durante el recreo?" - dijo ella, intentando superar su miedo.
"¡Hola! Soy Lucas. Claro, me encantaría" - respondió él, sonriendo.
Desde ese momento, Amaia y Lucas se convirtieron en amigos inseparables. Pasaban el tiempo jugando en el parque, compartiendo secretos y riendo hasta que les dolía la panza. No obstante, a medida que pasaba el tiempo, Amaia empezó a sentir que su amistad era algo más que eso.
Una tarde, mientras hacían un dibujo juntos, Amaia decidió expresar lo que sentía.
"Lucas, a veces creo que eres el mejor amigo del mundo, pero también... siento que me gustás más que un amigo" - se sonrojó Amaia.
"Yo siento lo mismo, Amaia. Eres increíble" - contestó Lucas, entusiasmado.
Al siguiente día, un giro inesperado ocurrió: el maestro anunció un concurso de talentos. Amaia, llena de emoción, sugirió que se presentaran juntos.
"¡Podríamos cantar y bailar!" - propuso ella.
"Sí, ¡será genial!" - asintió Lucas.
Se pusieron a ensayar todos los días después de clase. Pero, en medio de la preparación, Lucas comenzó a sentirse inseguro.
"No sé si puedo hacerlo, Amaia. Tengo miedo de fallar" - confesó, cabizbajo.
"No importa, lo importante es que lo intentemos juntos y nos divirtamos" - lo animó ella.
El día del concurso, mientras todos los alumnos se preparaban tras el telón, Lucas seguía nervioso. Amaia tomó su mano y le dijo:
"Recuerda, estamos juntos en esto. Si te caes, yo te ayudo a levantarte".
"Tenés razón, vamos a dar lo mejor de nosotros" - respondió Lucas, sonriendo nuevamente.
Cuando llegó su turno, aunque un poco temblorosos, salieron al escenario. La música comenzó a sonar y, a medida que cantaban y bailaban, la confianza creció en ellos. Al finalizar, la audiencia estalló en aplausos.
"¡Lo hicimos!" - gritó Amaia, saltando de alegría.
"¡Sí! ¡Fue increíble!" - exclamó Lucas, sonriendo de oreja a oreja.
Al final del concurso, aunque no ganaron el primer lugar, el maestro les otorgó un reconocimiento especial por su valentía y trabajo en equipo.
"El verdadero premio es haberlo intentado juntos" - observó Amaia con entusiasmo.
"Así es, y además, ¡nos hicimos más fuertes!" - concordó Lucas.
Desde aquel día, Amaia y Lucas comprendieron que el amor verdadero también se construye con amistad, confianza y apoyo mutuo. Con el tiempo, su relación se fortaleció y nacieron nuevos sentimientos, pero lo más importante fue que habían creado recuerdos inolvidables sobre cómo comenzó su aventura.
El sol se puso en el horizonte mientras ellos se sentaban juntos en el parque, hablando de sus sueños.
"¿Te imaginas lo que será la secundaria?" - preguntó Lucas.
"¡Increíble! Y espero que sigamos siendo amigos para siempre" - respondió Amaia.
A lo que Lucas agregó,
"Y que vivamos más aventuras juntos" - dijo con una sonrisa cómplice.
Así, Amaia y Lucas aprendieron que el amor verdadero no siempre es algo mágico, sino a veces como una bonita amistad que florece a través de experiencias compartidas, risas, y un poco de valentía.
FIN.