Amalia y la amistad mágica
Había una vez una niña llamada Amalia, de cabellos rizados y ojos brillantes, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de praderas verdes y flores coloridas.
Amalia siempre había escuchado historias sobre brujas buenas que vivían en los bosques cercanos, así que decidió aventurarse a conocer a una. Un día soleado, Amalia se puso su vestido más bonito y salió de casa con su canasta llena de galletitas caseras para ofrecérselas como regalo a la bruja.
Caminó por el sendero hasta llegar a una hermosa pradera llena de margaritas blancas. Allí se encontraba la guarida de las brujas. Amalia se acercó lentamente al lugar y vio a una anciana sentada bajo un árbol grande.
Tenía arrugas en el rostro y un sombrero puntiagudo adornado con plumas coloridas. Era la bruja más amable que jamás hubiera visto. - ¡Hola! - saludó Amalia tímidamente.
La bruja levantó la mirada y sonrió al ver a la pequeña niña frente a ella. - ¡Hola, querida! ¿Qué te trae por aquí? - preguntó amablemente. - Quiero ser tu amiga - respondió Amalia con entusiasmo mientras le ofrecía las galletitas. La bruja tomó una galletita y dio un mordisco sabroso.
- Mmm, están deliciosas. Pero dime, ¿por qué quieres ser mi amiga? Amalia pensó por un momento antes de responder:- Porque todas las personas merecen tener amigos, incluso las brujas.
Además, siempre he escuchado que las brujas buenas tienen poderes mágicos y pueden hacer cosas maravillosas. La bruja soltó una carcajada y le acarició la cabeza a Amalia. - Tienes toda la razón, pequeña. Pero ser amiga de una bruja no es tan fácil como parece.
Las brujas deben mantener su magia en secreto y solo ayudan a quienes realmente lo necesitan. Amalia asintió con determinación.
- Entiendo, pero ¿cómo puedo demostrarte que puedo ser tu amiga? La bruja sonrió con ternura ante la valentía de la niña. - Te propongo un desafío: si logras encontrar una flor rara llamada "Estrella Brillante" en el bosque encantado, te convertirás en mi amiga para siempre. Amalia aceptó emocionada el desafío y se adentró en el bosque sin dudarlo.
Caminó entre árboles altos y arbustos espesos, buscando por todas partes esa flor especial. Después de mucho buscar, Amalia comenzó a sentirse desanimada. - No sé si podré encontrarla - susurró tristemente mientras se sentaba en un tronco caído.
De repente, escuchó un susurro proveniente del viento:- No te rindas, Amalia. La perseverancia es clave para alcanzar tus sueños. Animada por las palabras del viento, Amalia se levantó y continuó su búsqueda con renovadas esperanzas.
Siguiendo su intuición, caminó hacia una luz brillante entre los árboles y allí encontró la flor mágica que tanto buscaba. - ¡Lo logré! - exclamó Amalia emocionada mientras sostenía la Estrella Brillante en sus manos.
Corrió de regreso a la pradera y le mostró su hallazgo a la bruja, quien estaba esperando pacientemente. La bruja sonrió con orgullo y abrazó a Amalia. - Eres una niña valiente y perseverante. Has demostrado que eres digna de ser mi amiga.
Juntas haremos cosas maravillosas. Desde ese día, Amalia y la bruja se convirtieron en las mejores amigas. La bruja le enseñó pequeños trucos mágicos y juntas ayudaron a las personas del pueblo cuando lo necesitaban.
Amalia aprendió que no importa cuán diferentes sean las personas, siempre hay espacio para la amistad si nos abrimos al otro con amor y respeto.
Y así, Amalia descubrió que los verdaderos amigos pueden encontrarse en los lugares más inesperados, incluso en el corazón de una bruja buena.
FIN.