Amanda y el secreto del bosque



En un pequeño orfanato en las afueras de la ciudad, vivían varios niños que eran muy educados y honestos. Todos los días seguían una rutina estricta de estudios, juegos y tareas domésticas.

La directora del orfanato, la señorita Rosa, se aseguraba de que todos los niños tuvieran todo lo que necesitaban y recibieran una buena educación.

Entre los niños del orfanato estaba Amanda, una niña alegre y curiosa a la que le encantaba explorar el bosque cercano al orfanato. Una noche, cuando todos estaban dormidos, Amanda decidió escaparse al bosque para ver las estrellas y disfrutar de la naturaleza en silencio. Al adentrarse en el bosque, Amanda sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

Sin embargo, siguió caminando hasta encontrar una extraña luz brillante entre los árboles. Intrigada, se acercó más y vio a una criatura misteriosa que parecía necesitar ayuda. La criatura le pidió a Amanda que le diera su mano para ayudarla a levantarse.

Sin pensarlo dos veces, ella extendió su mano hacia la criatura sin saber las consecuencias de su acción.

En ese momento, algo extraño ocurrió: la piel de Amanda comenzó a cambiar de color y unas marcas extrañas aparecieron en su brazo. Asustada por lo que veía en su propia piel, Amanda corrió de regreso al orfanato en busca de ayuda. Al llegar allí, despertó a sus compañeros con sus gritos desesperados.

La señorita Rosa acudió rápidamente a ver qué ocurría y quedó impactada al ver el estado de Amanda. "¡Qué te ha pasado, querida! ¡Estás enferma!", exclamó la directora mientras llevaba a Amanda al hospital más cercano.

Los médicos hicieron todo lo posible por salvarla, pero lamentablemente descubrieron que la infección era desconocida y no tenía cura. A medida que pasaban los días, el estado de salud de Amanda empeoraba cada vez más hasta que finalmente falleció.

El orfanato entero lloró la pérdida de Amanda. Fue un momento triste para todos los niños y la señorita Rosa les recordó lo importante que es valorar cada día como si fuera el último.

A partir de ese día trágico, los niños del orfanato aprendieron a apreciar aún más cada momento juntos. Se prometieron cuidarse mutuamente y nunca olvidar el espíritu valiente y aventurero de Amanda.

A pesar del dolor por la pérdida de su amiga, los niños encontraron consuelo en saber que siempre llevarían consigo el recuerdo amoroso de Amanda en sus corazones.

Y así comprendieron que aunque algunas historias no tengan un final feliz como esperábamos, siempre podemos encontrar fuerza en nuestros recuerdos para seguir adelante con valentía y gratitud por cada día vivido juntos.

FIN.

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