Amanda y su amor por los paisajes



Amanda era una niña de diez años que vivía en un pequeño pueblito rodeado de montañas, ríos y bosques. Desde muy chiquita, ella sentía una conexión especial con la naturaleza. Cada mañana, al despertar, se asomaba a la ventana de su habitación y veía el hermoso paisaje que la rodeaba.

"¡Mirá qué lindo!" - exclamaba Amanda, sonriendo al ver cómo los rayos del sol iluminaban las copas de los árboles.

Un día, mientras jugaba en el jardín, Amanda decidió hacer un dibujo de los paisajes que tanto amaba. Con sus lápices de colores en mano, se sentó bajo un gran roble y comenzó a crear una obra maestra. De repente, escuchó una voz suave detrás de ella.

"Hola, pequeña artista" - dijo un anciano que la observaba desde un par de metros, con una gran sonrisa y una vara de madera en la mano.

"¡Hola! Soy Amanda. ¿Quién sos?" - preguntó curiosa.

"Soy Don Luis, el guardabosques del bosque. He visto tus dibujos en la plaza y me encantan. ¡Tenés un talento especial!"

Amanda se sonrojó y sonrió tímidamente.

"Me encanta la naturaleza y los paisajes. Quiero dibujar cada rincón de este lugar" - confesó Amanda, al mismo tiempo que observaba al anciano con admiración.

Don Luis, al escucharla, se sentó junto a ella.

"¿Sabías que cada paisaje tiene su historia?" - dijo, señalando el horizonte donde se alzaban las montañas.

"¿En serio?" - preguntó Amanda, con los ojos muy abiertos.

"Sí, cada elemento que ves tiene un propósito en el ecosistema. Las montañas son refugios para muchos animales, y el río transporta agua a todas las plantas" - explicó Don Luis.

Amanda, emocionada, decidió que no solo quería dibujar, sino también aprender sobre los paisajes.

"¿Podrías enseñarme más sobre ellos?" - pidió con entusiasmo.

Don Luis sonrió, y así, comenzó una maravillosa aventura. Durante varias semanas, juntos exploraron el bosque, la montaña y el río. Amanda aprendió sobre las diferentes especies de árboles, los animales que habitaban en el bosque y la importancia de cuidar el medio ambiente.

Un día, mientras dibujaban en la ribera del río, Amanda tuvo una idea.

"¿Y si hacemos una exposición para que la gente venga a ver mis dibujos y aprenda sobre la naturaleza?" - propuso con emoción.

Don Luis se iluminó con la idea.

"¡Es una idea fantástica!" - afirmó, apoyando su mano sobre el hombro de Amanda.

Juntos, se pusieron a trabajar. Amanda pintó con mucha dedicación, representando todos los paisajes que había descubierto con Don Luis.

Finalmente, el día de la exposición llegó. Los vecinos del pueblo se acercaron curiosos, y Amanda con la voz un poco temblorosa pero llena de pasión, comenzó a hablar de cada paisaje.

"Este es el bosque donde viven los ciervos y los zorros. Y aquí, en el río, los peces nadan felices entre las piedras" - explicaba, mientras todos la escuchaban atentamente.

La gente quedó fascinada, no solo por los dibujos, sino también por la pasión y el conocimiento que Amanda compartió.

Al final de la exposición, Don Luis le dijo:

"Has hecho un gran trabajo, Amanda. Has logrado inspirar a otros a amar la naturaleza como vos lo haces."

Amanda sonrió de oreja a oreja y, a partir de esa experiencia, decidió que quería ser guardabosques como Don Luis.

"Quiero proteger estos paisajes que tanto amo" - dijo con determinación.

Y así, Amanda no solo se enamoró de los paisajes, sino que también se convirtió en una defensora de la naturaleza, compartiendo su amor y conocimiento con todos. Desde ese día, cada vez que veía un paisaje hermoso, recordaba que su historia era tan importante como la suya. Y lo más importante, que todos teníamos un papel que jugar en la conservación de nuestro mundo.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!